No creía en las palabras de mis mayores cuando decían que el matrimonio era una constante negociación. Ahora que vivo un matrimonio, me doy cuenta de “qué razón tenían los viejitos” y todas los clichés contemporáneos se me presentan uno a uno, con sus cartelones y bikinis, lamiéndose los labios y sus miradas de–. Te dijimos que ibas a caer, imbécil.

https://www.youtube.com/watch?v=Rm-vBq-1T1k

Mi mujer miró mi último post y me preguntó ingenuamente–. ¿Acaso no conocías ese comercial? Tiene años en el aire –yo me encogí de hombros y atiné a responder lo que siempre: “No veo televisión mi amor”. Quien me conoce sabe que no soy muy fanático de las rubias y lo que realmente me gusta de Charlize Theron, es la forma de su cuerpo y como su piel responde a la iluminación del comercial. Mi mujer me conoce, así que procedió a preguntarme si ella me gustaba. Me gusta, pues, el caminadito y el desnudo violento. Son muy agradables. Pero, ver a una mujer cuyos cabellos reflejan demasiado intensamente la luz del sol, sólo me provoca extrañeza. Me gustan las morochas y las morenitas, ¿qué puedo decir? Son pocas las rubias que me asombran. Y hey, tratar con rubias es el pan de cada día.

Escribir todos los días, dos líneas. Sigue siendo un ejercicio saludable. Un ejercicio que he negado últimamente. Procuraré hacerlo de nuevo.

Curiosamente, tengo una alumna que se ha prestado para escribir. Le pongo ejercicios y ha respondido satisfactoriamente en los dos que le he dejado. Escribir y su enseñanza, siempre he pensado que son difíciles. En realidad, lo más práctico para enseñar a escribir es redacción y ortografía. El aspecto creativo… es muy difícil enseñarle a un alumno como imaginar y qué imaginar. La imaginación explota leyendo. Leyendo. Leyendo. Mirando fotografías. Mirando pinturas. Descubriendo por sí mismo el significado de las cosas. Reinvención de los dioses y sus elementos.

Veremos a donde nos llevan estos nuevos caminos.