• Una obra de arte, es la que provoca después de su ejecución en la consciencia humana, una certera redención.

  • Una verdadera obra de arte te arranca de tu sitio, de tu lugar de trabajo, de los pendientes que tienes con la secretaria, de todas las citas que tienes con los ejecutivos, de las filas para cualquier trámite burocrático.

  • El arte te redime… de la amabilidad que tienes que fingir con los extraños para vivir tranquilo, de sudar la pestilencia por la hipocresía diaria a la que te ves sometido, de la pornografía que miras a escondidas todos los días, de las sonrisas retorcidas que te provoca la prensa amarillenta.

  • Cuando encuentras una pieza de arte que te provoca todo esto, que te golpea completamente y te pone en blanco, aprendete bien ese estado. Es un estado de pureza, pienso. Te lo quita todo, y te deja solamente a ti, desnudo, frente a esa imagen, esa canción, esa pintura, ese libro. Te deja vacío y exhausto.

  • No es lo mismo que sentirse identificado. El sentirse identificado con la experiencia del artista, sólo habla de las banalidades a las que estamos sometidos y todos compartimos. Incluso, los sentimientos más intensos (esa pintura refleja mi sentimiento político, esa canción refleja mi estado amoroso), se convierten en una banalidad por la mera identificación.

  • Pero cuando te quedas calladito, nada más calladito… Te das cuenta: eres nada.