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Si me preguntan a donde se fue el tiempo de calidad que dedicaba a mi blog, tendría que ser muy honesto y responder–. World of Warcraft se lo llevó. También se llevó muchos otros ocios, como el twitter, el facebook, el podcast, la lectura, la contemplación de los escenarios de una vida real y hermosa, y la gravedad de las noticias actuales. Si a un mocoso lo felicitó su presidente por alcanzar el más alto nivel en Pac-Man, me gustaría que Felipe Calderon me felicitara por la cantidad de pescados que guardo en aquel mundo virtual, todos conseguidos a través de una paciencia virtuosa y una dedicación obsesiva. Los pescados… los malditos pescados.
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Me llevó alrededor de dos semanas subir las tres profesiones básicas en World of Warcraft.
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Por más absorbente que sea aquella otra vida… No es suficiente para evitar las olas de terror que producen los medios con el virus de la influenza porcina. Todo mundo habla, todo mundo desarrolla, todo mundo comenta, las noticias que recoge de distintos lados y expone desde los rumores más sensatos a los más trillados. La influenza no sólo enferma el cuerpo, también está enfermando el espíritu de la nación, donde hombres y mujeres temerosos, usan un tapabocas cuya finalidad queda retorcida en el proceso comunicacional. Ese tapabocas de finalidad dudosa, se ha convertido en unos minutos en el colguije religioso de los mexicanos.
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Mientras tanto, apenas se está hablando de los probables estragos económicos que va a traer esta epidemia consigo. ¿Por qué apenas? ¿Y por qué no se dice que apenas estamos en la primera etapa, y que los engorrosos brotes de influenza en todo el mundo y en la historia, tienen un funesto regreso varios meses después de la primera onda? No sólo es preciso “cuidar la salud”, también es preciso mirar con atención lo que pasa detrás de la paranoia biológica. ¿Qué están haciendo nuestros gobernantes en este momento, que no sea retro-alimentarnos a través del miedo, la enfermedad y las estadísticas? ¿Qué leyes se están aprobando, qué leyes están por aprobarse, cuánto está creciendo el porcentaje de desempleo, qué compañías están abandonando México, qué estaba pasando en la bolsa mexicana antes que explotara nuestro brote de influenza, qué qué qué? Tal vez no sea demasiado tarde para revisar nuestros historiales.
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Una población temerosa, espantada, políticamente incorrecta, y con los ojos a una enfermedad que papá gobierno trata de proteger, le cederá todos los derechos a papá gobierno para que haga lo que deseé… siempre y cuando nos proteja.
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¿No vendrás?, pregunta la canción, ¿no vendrás? –Me encojo de hombros–. En otro mundo, un guerrero poeta y una elfa sexosa me esperan para hacer negocios, misiones de valor, representar a la cruzada argenta contra las huestes de la peste y juro que mataré al rey exánime… mientras esas noticias siguen viajando, siguen acumulándose sobre los hombros como un gas pesado que no permite moverse y sólo se enterra en nuestros corazones como un espíritu, para sacar al peor de los hombres que se esconde en nosotros: aquel dominado por el miedo, por las masas, por la poca sensatez y la resignación a un futuro estúpido.
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No me gustaría morir de gripa puercaria. No, señor. Recuerden eso cada vez que compren sus tapabocas, y escuchen más noticias producidas por el gobierno, y se laven las manos cada media hora, y no saluden con besos a sus seres queridos. No quiero morir, es más que suficiente para pedirle a la vida todo lo que has evitado pedirle. Puedo morir, es la otra cara, la del hombre que hizo todo lo que debía y se encuentra en un perfecto balance con todas las cosas que le dieron vida, y que nunca fueron propiamente suyas.
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