Tengo una cara de jodido que ni yo mismo la soporto. En fin. Ayer fue de los días en que salí temprano de la oficina (11:00 PM). Hoy, levántate temprano para hacer llamadas. A las 7:40 abrí los ojos. A las 8:30 los abrí de nuevo. Hay una junta del proyecto ese, que he ido arrastrando como si fuera mi cadena, mi bola de hierro, mi pasado tormentoso (ay cabrón). La verdad, es que este proyecto ha sido un calvaio desde que nos lo dieron al mismo tiempo que el Secretario de Salud declaró que México estaba porcinamente enfermo. Noticias de que ya están ocurriendo las mutaciones del virus, de la gente que ha descubierto que las narcotienditas ya son legales y que esto se asemeja tremendamente a la doctrina del shock, estudiada por Naomi Klein y condensada por Cuarón están recorriendo la ciudad de boca en boca. La verdad, insisto… saber la verdad, es un acto meramente subjetivo y deseado, pero sin utilidad práctica. Lo práctico es vivir, trabajar, utilizar las herramientas, divertirse mientras uno pueda.

Mi mujer me llamó varias veces durante el día de hoy, con el mismo mensaje: Vete a dormir, vete a descansar. El mensaje se repitió tantas veces, no sólo de sus labios, también de mi propio espíritu. Vete a dormir, y descansar. Abrí la laptop cuando llegué a casa para leer algunas cosas. Me acosté en la cama, prendí el PS3 y jugué sin ninguna intención real de jugar. Me empezó a dar sueño. El efecto deseado, el velo, soñar y soñar. No recuerdo mi sueño.

Ayer pedí perdón. No suelo pedir perdón. Quise hacerlo.

Mientras editaba no sé cuantas cosas, y esperaba no sé cuantas más, sentí una nostalgia irremediable de una amistad perdida. Esas horas que pasaba en edición, hace algunos años, eran las que me permitían pensar tantas cosas y darle cuerda a tantos pensamientos. Hilos que se van entretejiendo entre las relaciones, las actitudes, las respuestas. La búsqueda de todas las respuestas, es materia primigenia de mi alma. Materia que se ha visto silenciada desde que los tiempos en el trabajo, se ahorran con mayor facilidad y menos pensamiento, más acción. Cosas que un escritor no hace: actuar. Cosas que un escritor hace: pensar lo mismo, verlo de distintos ángulos, escribir todas las posibilidades, creer… de verdad, que puede tener su propio universo en las manos.

Me estoy tragando un litro completo de jugo de mango jumex. Ese es mi comercial del día de hoy. Mis dedos callarán por el momento. Es todo.

(365 días – día 2).