[Invitado] De rodillas aquella noche

Fumo un cigarrillo mientras recuerdo los estragos de aquella noche, de fondo se escucha una melodía que pareciera de los viejos cafés de París y pienso que a veces la vida rememora todo el pasado en un solo instante.

Esta oscuridad me delata, ya no queda una sola gota de vino en la botella, no he salido en todo el día de esta habitación tratando de ordenar la serie de eventos que sucedieron. La noche, aquel café en la colonia Roma, los besos robados, su departamento, los instantes prometidos, el futuro incierto, las lágrimas de felicidad, los sueños olvidados. Ahí, los dos sentados nos bebíamos la vida, abríamos la puerta a nuestros anhelos, mientras la noche nos invadía. Nos besamos no una, ni dos, más de mil veces, nos amamos como si fuera la última de nuestras vidas.

De pronto un mensaje que no debió llegar, él se vistió lo más rápido que pudo, me dio un beso en la frente y sólo dijo: es una emergencia, salió corriendo del departamento; me puse el vestido de azul que traía, tomé mi bolsa y lo busqué. Afuera, un frío insoportable, los pies se me congelaban y las luces de los autos eran mucho más intensas que de costumbre, los sonidos se proyectaban en estéreo y ahí estaba él, en la esquina de la calle; enfrente, en el parque, una mujer lo miraba.

Es la última imagen que tengo clara de esa noche, después, sólo fragmentos de la nada. Rechinar de llantas, gritos, cristales rotos, sangre en el pavimento, una ambulancia, la policía y su teléfono móvil a lado de su cuerpo inconciente. Su agonía duró poco, dos horas después me notificaron en el hospital que él estaba muerto. Me entregaron una bolsa con sus objetos personales y su teléfono.

No pude quedarme con la duda de lo que decía aquel último mensaje, que lo hizo salir corriendo al encuentro de su muerte. “Ojos: te espero en dónde siempre TQ”.

Aquella noche aprendí que: -La vida es un espacio en blanco en el que nos ponemos de rodillas, para que el destino… haga lo suyo.