Afortunadamente, el corazón tiene mas vidas que un gato; sino, ahorita ya no estuviera viva.
¡Pobrecito!, lo he hecho pasar por muchas etapas de reconstrucción; tantas veces hecho pedacitos, tantas veces manoseado (¿?), tantas veces pisoteado, tantas veces olvidado, muchas veces reconstruido, pocas veces engrandecido.
Reconstruirlo, ha sido en ocasiones un proceso rápido, tan rápido que no pasan tres meses y lo vuelven a destruir.
Otras veces es un proceso lento, tan lento que tiene tiempo de maltratar a otros. Pero todo se paga en esta vida, en vida corazón… en vida.
Otras veces lo he regalado, incluso lo he subastado; pero nunca lo he sorteado. El azar no mezcla sentimientos, así como el sentimiento no elige al azar. Pero, ¿Para qué dar el corazón? Si al final lo regresan maltratado… ¿Para qué subastarlo al mejor postor? Si sólo lo quieren un rato…
Por eso, he decidido guardarlo, mientras termino de unir sus piezas y el pobrecito corazón agarra fuerzas.
¿Por cuánto tiempo? No lo sé.
Quizás mis sentimientos queden solos, sin corazón; ¡pero podría apoyarlos en la razón!
¡Qué buena idea!
Quizás si me la vivo entre el sentimiento y la razón, deje algún día, en el olvido, el corazón…