En los altos y viejos tejados de una lejana ciudad vivía Gatonegro. Saltaba por las noches por las azoteas maullándole a la luna y buscando el camino, a ningún lugar en especial. Sabía que si caminaba lo suficiente algún día encontraría algo. Tenía pensamientos extraños, sueños premonitorios, y muchos, muchos deseos…
Un día que se quedó mirando las estrellas en la orilla de uno de aquellos altos y viejos tejados, comenzó a escuchar los sonidos de una guitarra lejana, y una letra, que decía mas o menos asi:
Dicen que todo empezó, con una gran explosión. La oscuridad dio a luz, nació una constelación…
Constelaciones! Casiopea, Orión, Centauro, La osa mayor… se la sabía todas y cada una de memoria. Mientras las observaba y recordaba, la canción siguió escuchando.
Yo era polvo estelar, viajaba sin dirección. Buscaba algo que buscar, en medio de esta gran confusión…
Algo lo hizo girar. Esa letra, esa voz, esa identificación. Algo había ahí que lo llamaba.
Después de mucho viajar, por las entrañas de Dios, sentí ganas de parar, sentí ganas de ser dos…
Si! eso! eso era lo que le pasaba… eso era esa necesidad que lo había estado persiguiendo, esas ganas de acabar con su soledad.
Fui un protozoario en el mar, fui un dinosaurio feroz, fui un mono sis amaestrar que un dia supo escuchar su voz…
Voz, la voz, su voz, esa voz! Se levantó de donde cómodo yacía, y se fue acercando hacia el lugar de donde surgía la música…
En muchos sueños soñé, en muchos cuerpos viví. Mil veces me enamoré, otras mil veces morí…
Y más se acercaba a esa voz. Y llegó por fin al lugar donde, en la azotea estaba un muchacho tocando su guitarra acompañado solamente…
Pa pronto escucho su voz, su voz que se hace canción…
…lo acompañaba solamente una lindisima gatita blanca recostada a un lado de su pie.
Y puedo ver que eres tu lo que buscaba mi corazón…
La vio, ella lo vio, y supieron en ese instante que las coincidencias no existen. Que las cosas pasan por algo. Que a veces solo hay que esperar el momento y el lugar adecuados…
EL TIEMPO PASÓ, TODO TRANSFORMÓ. SIN SABER PORQUÉ, SIEMPRE TE BUSQUÉ…
Se acercaron, se miraron, se quedaron hipnotizados. No hicieron falta palabras… y esa noche compartieron el paisaje, la luna y las estrellas junto al chico de cabellos rizados que cantó, y cantó para ellos.
El dia en que te conocí, sentí una gran explosión. En mil pedazos volé, dentro de mi habitación…
Y no hace falta explicar la magia que los envolvió aquella noche a los tres.
Nos amaremos después, la vida nos matará. Seremos polvo otra vez, la vida nos beberá.
Gatonegro vivió los momentos más felices de su vida junto a ella. Aprendió muchas cosas, compartió muchas otras. La luna y las estrellas siempre fueron testigos de ese gran amor. Recorrían juntos los tejados para regresar cada noche a los pies del chico de anteojos a escuchar su canción.
Muy lejos de este lugar, tal vez te vuelva a encontrar. Nada será como es, tal vez seamos polvo estelar…
Pero como todo ciclo, este también tenía que terminar, y una noche al llegar, ya no estaban, ni el chico de las pierna largas ni ella, su hermosa compañera de cabellos blancos como la luna.
EL TIEMPO PASÓ, TODO TRANSFORMÓ. SIN SABER PORQUÉ, SIEMPRE TE BUSQUÉ…
Siguió caminando toda la noche, llorando su pena, preguntándose por que la vida es cruel, porqué después de haber conocido tal felicidad, un día tenía que terminarse.
Y después de un tiempo entendió, que asi es la vida. Que los ciclos empiezan y terminan, y hay que quedarse con lo mejor de cada uno. Que el dolor y la tristeza te dan mucho que aprender. Y que cada que se te rompe el corazón, después de un tiempo sana, y queda listo, para que lo vuelvan a romper.
Así caminó mucho tiempo de nuevo, hasta que una noche que miraba la luna y las estrellas en la orilla de un viejo y sucio tejado, escuchó los acordes y la melodía de una guitarra en la lejanía…