Afuera luces blancas y amarillas, azoteas, cables, antenas, ladridos de perros.

Adentro el humo de un cigarro, los libros, los lentes, las fotos, los recuerdos… y un hombre sentado a una mesa, alumbrado por una lamparita de luz lánguida. Adentro (de él) sus sueños, sus más anhelados sueños rondándole sin dejarlo dormir, por eso escribe. Escribe de lo que no puede hablar, de lo que se le queda entre los dedos, de lo que se le fue por estúpido o por cobarde, de lo que aún ama y tiene que dejar ir para aprender a vivir días sin noches, para no ser uno mas de los que han sido, para no pudrirse por dentro y morirse sin alma que dar al olvido.

Del otro lado de la ventana, en la calle, se oyen risas. Risas de algunos que nunca sabrán que las de él se han apagado, muerto, borrado. Como tampoco ella sabrá que él nunca dejo de amarla, que hasta el último de sus días recordará lo bien que se ajustaban sus cuerpos al alba, lo bien que se ajustaba su vida a todo, cuando ella también le amaba.

Ha comenzado a llover y el frio se cuela por su ventana, diciembre siempre ha sido helado por aquellos lares pero éste año el frío le será insoportable -¡seguro!-, no sólo el frío del cuerpo sino el frío del alma, y se le helarán los huesos y se le congelarán las ganas.

La ventana llora, llora por él cuando apaga la lámpara, llora de celos, llora de rabia. Llora la ventana que está empañada del amor de él, enamorada de su voz cuando feliz cantaba al mirar a través de ella los sueños que la realidad estuvo tan a punto de alcanzar.

Raúl Mario Ingeniero-Cantautor o viceversa, nómada por necesidad. Escribe por gusto, por contarse, por compartir y no, en fin porque le viene en gana… colaborador de www.trovadictos.com en el programa “El Faro, Luz de trova”. Blog. / @raulmario / raulmario.com