Es justo iniciar el año hablando del perro puesto lo terminé hablando de él. El perro ahora esta en mi regazo, durmiendo, expresando cariño o pertenencia. Yo encendí un cigarro, conecté mi amada computadora, me pongo al corriente en lo que dejé pendiente. El perro esta en mi regazo, mueve la cabeza de vez en cuando. Sigo escribiendo un cuento policíaco. Terminando el cuento, seguiré escribiendo la novela. “No quiero que sea muy extensa”, me repito. Quiero terminar la novela a finales de febrero, e inicios de marzo.
Hace unos días contemplé la posibilidad de autopublicar otros dos libros. Uno de fotocuentos, y uno de las historias que son demasiado largas. Ya son varias las que he puesto en este lugar. Creo que harían un excelente libro pequeño. Trabajaré en eso tan pronto termine el cuento. Así, trabajaré la novela y los otros escritos. El perro levanta la cabeza y luego se acuesta de nuevo. Es cariño, o pertenencia. Todavía no lo entiendo.
En otro escritorio, en una hoja en blanco, permanece escrito con una pluma bic como título: “Carta a los reyes magos”. ¿Qué pedirás, perrito? Unas perras. Sonríe y me mira. Se tira de nuevo en mi regazo. Bob, mi cacto, niega lentamente con la cabeza–. Los perros no hablan –hace bien a indicarme–, aunque me sorprende que tú tengas la capacidad evolutiva para hacerlo –me encojo de hombros. Le daría un sape a Bob, si no fuera tan espinoso.
–Bob, ¿acaso ya olvidaste a Kromg? Era un perro, y hablaba.
–No era un perro, era un lobo. Y no era un lobo, era un dios. Un dios menor, claro, pero dios. ¿De verdad quieres empezar el año corrigiéndome?
–¿Por qué no?
–Bah –dijo Bob y noté una breve sonrisa.
Mi mujer se acerca, me besa. Acabamos de llegar y la mujercita se va corriendo a trabajar. Es temprano. La casa esta sola. El cacto se queda dormido. El perro duerme en mi regazo. Fumo, uno, dos, tres veces más. El frío es agradable para el cigarrillo. Mi primera lectura del año, trata acerca de un hombre celoso y una mujer hermosa, y cruel. ¿Cuentos de quién? Ah, no lo sé. Es lo malo. A veces olvido los títulos de los libros que estoy leyendo. Un poco más, y olvidaré también todos los que estoy escribiendo.