Mi amigo Axa me regaló un Árbol. Para mi sorpresa, lo vi en la presentación de “Diarios del Fin del Mundo” en el D.F., pudimos platicar brevemente de la preparatoria y me recordó ese particular momento donde adquirí el mote de árbol y yo lo completé con un movimiento. No había de otra, después de todo él me presentó a su esposa y ella me dijo–. Es que Axa me ha contado mucho del movimiento que hacías, ¿lo puedes hacer por favor? –Me sonreí e hice el movimiento, mientras pensaba: “Al parecer jamás seré un escritor tomado en serio”.
En la preparatoria (hace… más de diez años, coño), solía mover los brazos y el cuerpo suavemente de un lado a otro, supuestamente imitando el movimiento de un árbol. Después, alguien tuvo la idea de gritar: “¡Ventisca! ¡Ventisca!” y lo que hacía era acelerar el movimiento para que todos nos riéramos un rato. Me parecía divertido. Una vez lo hice mientras estaba dando una exposición en clase de biología. Había una pequeña tarima para que el profesor pudiera dar su clase en ese salón y esa vez yo estaba parado en ella. No sé porque motivo, el profesor avanzó unos pasos y empezó a regañar al salón entero. Alcé las cejas, aburrido y adolescente como era, y empecé a hacer el movimiento del árbol, mientras todos miraban. El profesor volteó y yo lo imité, con gis en mano, supuestamente anotando lo que iba a exponer. Cuando él regresó a su letanía, yo respondí con una ventisca y uno de ellos se carcajeó en voz alta. ¿Por qué te ríes?, le preguntó el profesor. Es que mi compañero esta haciendo cosas chistosas, respondió… este cabrón, cuyo apellido ahora no recuerdo, porque en la preparatoria todos somos apellidos. El profesor me miró y yo lo único que atiné a decirle fue–. Estoy tan sorprendido como usted, yo sólo estoy anotando el material de mi exposición.
Axa me lo dejó bien claro–. No me gusta tu tira, así que esto no es un fanart –me carcajeé con la honestidad. Es cierto, a veces leo la tira y pienso que es un poco babosa. Pero me divierte, me mantiene activo, recortar figuritas y meterle diálogo. Creatividad que no me abruma mientras escribo.