Hoy leí a Omegar en “Enciende un Kindle” y hace unos días, leí en Tempus Fugit un iPad vs. Kindle. Ahora que tengo un iPad, he estado más interesado por el avance y la mención de ambos dispositivos. Generalmente, hablan de ellos como una competencia directa, pero Tempus Fugit hace un razonamiento preciso diciendo: “Son aparatos para necesidades diferentes y si puedes, deberías tener ambos”. Omegar, al final de su anotación, hace una pequeña semblanza del libro en papel y se dio cuenta al tener su Kindle en las manos, que éste es el final de una era. La era del papel. Es cierto que ya lo veíamos, sin embargo, no es hasta que tienes uno de estos aparatos en las manos que lo confirmas.
El iPad para leer, sirve. Muchos hablan de que lastima los ojos, de que la luz hace que te duela la cabeza, y de que es prácticamente imposible. Los comerciales te muestran gente yendo a la playa o a la alberca con “el producto” y su imposibilidad de leer con la luz del sol. Aparece una chica con un Kindle, buenísima por cierto, soltando el precio del aparato. ¿De verdad, uno va a la playa a leer? Yo pensé que uno se embriagaba, salía a bailar, disfrutaba de la arena y tal vez –sólo a falta de mejores cosas qué hacer–, ya encerrado en la habitación del hotel, se atreva a abrir un libro. Otro comercial muestra a un señor golpeando una mosca con un iPad, en vez de un periódico. Un giro humorista al asunto de la muerte del papel. La vida es un product placement, ni qué decir.
A mí me funciona la lectura en un iPad. He terminado dos o tres libros en el tiempo que lo he tenido conmigo. Con Pages transformo los libros a ePub de una manera muy sencilla. En Calibre tengo control de mi biblioteca digital (y además, así bajo los periódicos que no tienen una aplicación en la tienda). En iBooks leo, y ya. El único problema que tengo con la lectura (y es una cosa que también Tempus Fugit incluye en su artículo), es que es muy fácil caer en la tentación de abandonar el libro, checar los e-mails, el twitter, ver que otra tontería le metes a epicwin y tanta barrabasada esté disponible según las aplicaciones que manejas. Por supuesto… no hago tonterías, no pretendo que el aparato me hará terminar el libro, ni pienso llevármelo a un café a plena luz del día, para leer. Aún si lo hiciera, es fácil y rápido si aumento el brillo a todo lo que da (pero si tengo plantas vs. zombies… ehm).
Sin embargo, el dispositivo no sólo me regreso una constancia y una fascinación por catalogar una librería, también tengo aplicaciones para hacer borradores y garabatos, jugar con un piano (que aprendí poco y ahora quiero aprender más), perderme en el vicio de Plantas vs. Zombies, etcétera. Incluso, he utilizado el método para convertir en e-books las guías de los videojuegos que tengo pendientes. Hace unos días, mientras estaba tirado en enfermedad y mocos, bajé una guía en formato texto, la importé en Pages, indiqué una tabla de contenidos y en media hora ya tenía una guía con separaciones para leer en el iPad mientras jugaba y moqueaba. Lo sé, es como matar moscas con una escopeta, pero me gustan las escopetas.
Hace unos días, alguien retuiteó una brillantísima frase que decía más o menos así: “¿Acaso el futuro de los libros está en pantallas monocromáticas?”. Claro, lo reescribí porque no la recuerdo exacta. Básicamente decía eso. El tweet, parecía hacer referencia a la versión tuneada de “Alicia en el País de las Maravillas”. Uno que sacaron con animaciones, ilustraciones y un bonito motif de papel quemado. Tengo la aplicación. La bajé en su versión light (perdón, lite). Sí, está hermosa. Los libros para niños abundan en la tienda. Cosa poco práctica. En mi experiencia con los niños, ellos suelen tomar el libro para manipularlo, tenerlo en sus manos, supongo que para los niños es muy importante tener el aspecto sensorial de un libro. Karl Konrad Koreander lo sabe bien, los niños destruyen libros. Estaré pendejo e idiota si le diera un iPad a un niño. Es como una prueba de resistencia, esperar a que lo agarre y quiera matar a sus amigos imaginarios a ipadazos. Regresemos ahora a la primera imbecilidad: Un libro siempre han sido letras, oraciones, comas, palabras que juntos llevan una historia, un cuento, poesía. Dos colores. El color del papel, el color de la tinta. El libro no morirá si no usa más de dos colores. Que un aparato de miles de pesos no pueda ofrecer dos colores, bueno… ¿qué decir? No se necesitan sonidos, no se necesita otra herramienta mejor que la imaginación del lector. Estimula tu imaginación y no necesitarás ayuda. El lector más básico siempre transforma los personajes de una novela en personas que conoce, o incluso en sí mismo, ¿por qué arrebatarle eso con ilustraciones, sonido ambiental e imágenes HD?
Eventualmente, me compraré un e-reader más básico. Un Kindle o un Sony Reader. La ventaja del segundo es que ya acepta el formato epub sin tantos rodeos. Sin embargo, no lo necesito. Ya tengo en mis manos una poderosa herramienta de lectura, creatividad y ocio. Sólo exige controlar la necesidad de estímulos idiotas y yo para eso, me pinto solo. ¿Cigarrito?