Tengo tres lecturas activas: un libro de ciencia ficción muy chafa (basura entretenida), un libro de ocio y apuntes escrito por Angel de Campo y un libro de cuentos escrito por Mark Twain. El último ha logrado dominar mi tiempo. Mark Twain (Samuel Clemens) también es reconocido como el gran escritor norte americano. Así como Abraham Lincoln es el gran presidente y Walt Whitman es el gran poeta. El único problema que tiene la literatura norteamericana, especialmente la de esos tiempos, es que funciona mejor con lectores del mismo país, lectores que entiendan la necesidad de incluir el patriotismo americano en las fórmulas literarias. En ocasiones, leer uno de estos libros es como ver una película del sueño americano o una de esas películas de acción, donde los patriotas resuelven los problemas del mundo. Superando esa parte, Samuel L. Clemens es un gran cuentista y he descubierto en él, el inicio de muchos otros escritores (de fantasía, de ciencia ficción, de humor y sátira, de ensayo y de crónica, de voz y voces, de lo que quieran).

Tenía tiempo que no había leído a un escritor tan versátil como él. Hablo como si nunca lo hubiera leído cuando no es del todo cierto. No lo leí con la atención requerida. A mis seis años traté de leer el príncipe y el mendigo. Habré leído dos o tres capítulos antes de rendirme. Qué diferentes somos en tiempos, en consumo y en creación. Mark Twain empezó a escribir a los once o doce años y por las circunstancias (sin televisores, la lectura y la palabra como entretenimiento) supongo que ya tenía un vocabulario envidiable. Ahora un niño de esa edad, con dificultad podría leer y entender los textos de Mark Twain. Cada vez perdemos más palabras y eso es porque tenemos más recursos para la creación y la lúdica. Los juegos de palabras, los juegos de creación literaria… pareciera que se vuelven obsoletos (lo cual es una mentira, lo sé, pero a veces así me lo parece). Sí, bueno, eso es Mark Twain, su vocabulario está en inglés, ¿y en español? En español estoy leyendo a Angel de Campo de 18XX y su vocabulario también es otro.

En uno de sus cuentos: “Heaven or Hell?”, Twain describe a un personaje de esta forma:

Él era un buen hombre y un buen doctor, y tenía un buen corazón, pero era necesario conocerlo al menos un año para dejar de odiarlo, dos años para aprender a tolerarlo, tres años para aprender a que te agradara, y cuatro y cinco años para aprender a amarlo. Era una educación lenta y cansada, pero pagaba.

Qué buena manera para describir a un personaje. Se puede sentir ese cansancio que significa descubrir su bondad. Se tiene en la cabeza el costo de su favor o su beneficio. También es una gran manera para introducirlo a la historia y eventualmente entender sus palabras, su comportamiento y comprender sus acciones. No es raro encontrar ese lujo de detalle en todo lo que escribe este señor. Incluso se avienta un ensayo corto y buenísimo para explicar como se cuenta un chiste (demasiado americano, pero legible) y porque ciertos humoristas funcionan en sus actuaciones, mientras que otros lo echan a perder. También cuenta anécdotas en su oficio como escritor, así como biografías y viajes llenos de sátira y humor.

Hay un detalle muy interesante en su biografía (según la wiki) y es qué todo el dinero que ganaba escribiendo, lo invertía en inventos o en su editorial. Ambas cosas tronaron, perdió toda su lana y sólo fue gracias a la ayuda de un amigo banquero que pudo salir a flote. Twain se declaró legalmente en bancarrota y no tenía ninguna obligación de pagarle a los bancos, pero se dedicó a escribir y a viajar para escribir crónicas, anécdotas, libros de viaje. Twain pagó todo lo que debía. Eso habla mucho de un hombre: “Que no quede ninguna deuda sin saldar.” Un hombre interesante y un escritor imperdible, sin duda.