Lamento mi ausencia, como lamento todas las ausencias (sobre todo las ajenas), pero es que me secuestraron una semana a trabajar y la siguiente me secuestraron a vacacionar. Después de eso estuve arreglando asuntos con el pasado y escribiendo solamente lo más urgente. Una de esas cosas, pues, es mi columna en el Guardagujas. Les invito a que lean en lo que yo despejo mi cabeza y se me ocurre algún cuento.
Aquí pueden leer mi columna: “La habitación de humo”, que lleva por título “Instructivo para derrotar una dictadura.”
La más reciente es guardagujas número 24 y mi texto se titula: “Los nueve mil desaparecidos.”
Ya mañana, pues, hablaré de mi Nico enferma y el vómito que no me dejó dormir. También les hablaré del reciente encuentro con los compañeros que dejé de ver hace doce años y las cuatro botellas que nos tomamos. Podré hablar de mi casa nueva, de las caminatas diarias, de la hora de ejercicio y la alimentación, pues igual que siempre. Inventaré nuevas formas para hacer café, terminaré por fin esa novela de vampiros que estoy escribiendo, o les contaré de los cinco o seis libros que me he leído en estos días. Algo, lo prometo, algo se me ocurrirá mañana.