Los Dias de Birmania by George Orwell
My rating: 4 of 5 stars
Orwell es un excelente observador. Es como el cocodrilo que encuentra en el sistema, en la ocupación, en la sociedad o en el corazón del hombre el punto más débil que puede destruirlo. “Los Días de Birmania” (o “La Marca” en algunas traducciones) son resultado de ese juicio crítico: La colonización inglesa y como eventualmente estas colonias son el depósito para gente olvidada, solitaria, que no puede hallarse ya en su país de origen. Los exiliados o los condenados que nacieron ahí, y como imponen sus leyes para que los nativos los adoren como los blancos europeos… avatares que pisan sus tierras.
Y es cierto, los nativos al ser pobres, miran a los europeos como una especie de dioses (o simplemente por curiosidad). Dioses que son respetados o se exponen a recibir latigazos, golpes, aceite hirviendo o una muerte “accidental” en los cuarteles de la policía. Los ingleses por ser civilizados imponen leyes de guante blanco, pero como quisieran romper esas leyes para que la sangre corra y a la vez, los birmanos aprenden a vivir con los ingleses y las situaciones que pueden ser una oportunidad de prestigio o de dinero, o simplemente de entretenimiento. La colonización crea sus propios monstruos en ambos lados.
Es en este lugar donde se desarrolla la historia de John Flory, un hombre que está fuertemente atado a ese lugar y aprende a querer, a observar, a identificarse con los birmanos, los hindúes y los chinos que caen en ese lugar. Se enamora de su cultura, de sus costumbres. Al ser un hombre solitario y con cierto espíritu intelectual, los encuentra fascinantes. Es amable con sus sirvientes (tal vez un poco baquetón). Sin embargo, tiene sus detalles como que se la pasa borracho por el tremendo calor que hace o las prostitutas que ocupa por la soledad en que se encuentra. John Flory tiene una mancha en la mejilla que lo distingue, y qué a veces, sus compañeros europeos usan para denostarlo o para decirle que incluso en la piel lleva un pedazo de amor por los birmanos.
John Flory se convierte en la voz de Orwell, por ejemplo, cuando menciona la vez que tuvo que matar un elefante utilizando a su personaje. Esto permite la especulación y preguntas de cuántos sucesos que pasan en el libro serán un reflejo de algo que vio, atestiguó, escuchó el mismo Orwell durante su estancia en Birmania sirviendo como oficial de una compañía inglesa.
Por el otro lado, nuestro antagonista es U Po Kyin. Un delegado gordo, manipulador, sobornable y siniestro. Parece como un espíritu maligno que dispone las cosas para conseguir lo que tanto necesita: la aprobación y la invitación al club de los europeos. No quiere otra cosa más que codearse con los respetables dioses blancos y sin dudarlo, entrega la vida de sus paisanos para llegar a esos fines. Su esposa le recuerda que sus actos lo transforarán, en su siguiente vida, en una rata o una rana (si mal no recuerdo esto es del budismo). U Po Kyin no se preocupa. Cuando tenga el suficiente dinero construirá suficientes pagodas para que la balanza en el otro mundo se equilibre y los dioses se lo perdonen.
El club es donde se reúnen los ingleses ociosos para beber, compartir chismes, quejarse de los nativos (esos malditos negros, morenos, etcétera) en la región de Kyauktada… sí, el pequeño universo donde se desarrolla la novela. Un lugar que no existe pero que parece ocupar un espacio en una región desconocida, inhóspita y extensa. El microcosmos que, por especulación mía, es el antecedente a los universos de 1984 y de la Granja Animal. Personajes arquetípicos que tienen oportunidad de encontrarse en un ambiente hostil e interactuar entre ellos hasta llegar a un desenlace tan agrio y caluroso como el lugar donde viven; las circunstancias que los empujaron a él.
La bala que mueve a todos los personajes, es Elizabeth. Una mujer inglesa, joven y hermosa quien aspiraba a cierta aristocracia (Además odia a los artistas y los libros… por razones muy válidas). Cuando mueren sus padres y se queda sin un centavo, viaja a Birmania por invitación de sus tíos para encontrar marido. Aunque sea uno de esos ingleses enloquecidos por el calor y la soledad. Es entonces donde se desarrolla un amor que estaba condenado desde el principio… tal vez porque la colonia inglesa en ese lugar caluroso terminó por convertirlos a todos en monstruos.