Recuerdo, apenas, que una niña se montó sobre mi rostro. Creo que jugábamos a asfixiarnos, o a someternos. No lo sé con precisión. Empezamos riéndonos. La niña se sentó sobre mi cara. Apretó y movió su pelvis. El mundo se filtraba a través de su falda delgada. El mundo era cálido, y preocupante. ¿Estaba tratando de ahogarme? Movía los brazos pero no podía quitarla de encima. Traté de decirle algo pero el mundo estaba detenido y diluido en el espacio de su falda. Perdí las fuerzas y ella se quitó bruscamente. Me observaba con ojos grandes, avergonzados. No sé que pasó después.
Hoy miraba a través de una ventana y se me ocurrió qué mi recuerdo fue el primer detalle sexual de otra persona.