Los paseos diarios me hicieron consciente de una cosa: la basura. Primero me parecía curioso encontrar cajas de viagra tiradas por las calles. Después de encontrar cinco me pareció un suceso común y hasta lógico: Gajes de vivir en una zona universitaria. También es fácil encontrar todos los vicios: calzones de encaje, botellas vacías de todas las bebidas, cajas aplastadas de condones, tetrapaks de leches de sabores, cajetillas de cigarros y vasos vacíos de Starbucks. A pesar de lo horrible que se ven las banquetas, las pequeñas áreas de pasto, algunos jardines y las calles… también encuentro una belleza (casi morbosa) por todas las historias que cuentan.

Otras historias son contadas por chanates muertos y descoloridos, cuyas esqueleto seco termino sacando del hocico de mi perro. Alguna vez encontré un camión de 4×4 a control remoto, abandonado a la mitad de un baldío. No cesan las historias de pantalones rotos y abandonados. Recientemente encontré un pequeño soldado de plástico a medio derretir, tal vez por el designio de un chamaco maligno y cruel, o porque el sol hizo su trabajo con diligencia. No hay día que tome fotografía de basura sin pensar en el soldado plástico que entregó su vida por la nación imaginante de un niño.

Recuerdo una a la que no le tomé fotografía. Era un brasier morado colgado de un árbol.

Ah… pero hay otras historias como la de los papeles que abandonan. He encontrado mensajes de buenos deseos, post-its que piden perdón por un enojo, trabajos acerca de literatura alemana (sí, para mí una gran sorpresa) y una larga respuesta a la pregunta: ¿Por qué estudias mercadotecnia? Pienso que esa basura es un accidente, que no debería estar ahí por una razón, o que tal vez son el inicio de una terrible tragedia o un intenso deseo de abandonarse.

Es una pena que las calles estén llenas de basura y lamentablemente, así me entretienen. Me dedico a buscar mensajes en el suelo de los puercos y cuando encuentro uno, y me siento con humor, tomo la fotografía para recordar que es lo que me encontré. Tengo una gran galería de objetos abandonados que eventualmente desaparecen. Lo sé porque siempre camino las mismas calles que gente invisible eventualmente barre. ¿Será gente invisible? Debe ser. Alguien más recoge y se los lleva. O el tiempo hace de las suyas y los desaparece. O la tierra se abre y los traga. O se convierten en polvo, como nosotros también nos convertiremos, y esperan pacientemente en otro lado que sus dueños vengan por ellos (todas esas cajas de cereal de las cuales no te deshiciste responsablemente te esperan con una gran sonrisa).