Sabe contar historias pero ahora le preocupa el lenguaje. En las cosas menos esperadas encuentra el arranque de una historia pero se le traba en la garganta porque piensa en imágenes. Falta la precisión que engalanará esa línea inicial. Se va el día pensando en ello, mientras camina, y se topa con los murmullos de múltiples excusas: “Engatusar con el inicio es sólo para cobardes, la valentía consiste en hablar el cuento, hablarlo fuerte, destriparlo de todo adorno, inventar los gestos inexplicables para que la gente se ría, se asuste o se sorprenda en el momento indicado”. Jamás se le ocurre abrir un libro, pero eso sí, en su cabeza se escucha muy elocuente.