Una anotación de Mafessoli: “Ojalá se alzara un poquito más la falda. No pido mucho, unos centímetros, quizás menos, sólo es poquito lo que me falta, huele muy rico, otros días también la he olido, un perfume cítrico, me lo imagino cayendo sobre su piel, diminutas partículas de mandarina, gotitas muy pequeñas, no sólo perfuman pero pintan, su piel cobriza es muy bonita, ojalá se la alzara un poquito, está muy cubierta, así no puedo verla, no me interesa lo demás, sólo ese tantito que le falta, aunque lo demás es bonito, es como del gusto de muchos hombres, su cadera y sus pechos, su cabello negro y largo, su sonrisa de vendedora afable, sus muñecas y sus cuellos limpios de oro, si otros hombres no la ven es por sus vestidos largos y negros, los imagino hablar, dirán que con viudas no se meten, o que no se meten con mujeres ascéticas, o con mujeres virtuosas, habrá algún pervertido que deseé arrancarle el vestido, yo jamás, yo sólo quiero que lo alce un poquito, no es mucho, unos centímetros, probablemente menos, ahí está lo que me gusta, la sombra diminuta y arqueada, una pequeña protuberancia ósea, el arco y su redondez sutil, las uñas bien limadas y limpias de secretariado y pinturas, que cosas se ponen ahora, pero yo los he visto, esos son limpios, mañana fingiré que me caigo, mañana haré como que me arrodillo, hundiré la nariz grande que Dios me ha dado, no olerán a mandarina pero estoy seguro que se acercan al cielo”.