Cosas incómodas de preparar hamburguesas en casa (no todo puede ser felicidad, aunque la felicidad, en este caso, hace soportable la lista siguiente):
- Se llena de moscas aun a pesar de la red que tenemos para cubrir la puerta ventana. Diría que la última vez, en febrero, unos veinte o treinta de esos insectos ruidosos entraron para hacer sus rondas. Cayeron en el delirio de la carne. Ilusas, pensé que sabrían mejor.
- Como demasiado. Me inflo. No pienso correctamente porque hay demasiado de todo en mi estómago: Pan con ajonjolí, carne, queso, tocino, jitomate, cebolla, zanahoria, coca cola, aire, arrepentimiento por negar una alimentación prudente. (Anoche pensaba, mientras leía a Morel y escuchaba los ruidos de mi estómago: ¿qué más da? Es una vez cada tanto).
- La montaña de platos y sartenes consecuencia de la hecatombe. Un hombre del tamaño de un michelín decide lavar platos en series organizadas, se toma un respiro para hacer un horario de fregado a cada hora, cada dos horas, hasta dejar la cocina limpia y vacía. Mira con tristeza las ruinas apiladas de la porcelana grasosa. Es una señora del hogar apabullada.
- La basura resultante, por supuesto, es abundante.
- Vivir unos días después de la tragazón. Sade exagera: Juliette se traga hasta 50 ó 100 platos después de una orgía antes del siguiente escenario perverso. La gula repone las energías, la lubricidad, las erecciones y los fluidos. ¿De dónde? Pensar en moverme, no hoy, no mañana, mejor dicho la semana entera, es una tortura. Mientras tanto, el fugitivo en la isla de Morel, se alimenta de raíces. Lo envidio.
- Sobre todo las moscas.