Esta mañana me detuve a mirar mi pared de fotografías. Vi a mi hermano y lo extrañé. Vi mis múltiples sonrisas, una para cada evento, y vi los ojos de mi esposa. Vi a mis perros y súbitamente desee que ellos fueran inmortales. En una esquina vi a los viejos amigos, o compañeros, y entonces pensé en Josefa. Y en el cáncer de Josefa. Me pregunté porque no tendría una foto con ella, con ellos, los de ese tiempo. Es difícil tener las fotografías deseadas.

Unos pocos meses antes de morir, ella me abrió dos veces conversación en Facebook. Me dijo que tenía preguntas para mí. O algo que decirme. Francamente no lo recuerdo. Lo único que sé es que ella abrió conversación dos veces y cuando le pregunté que necesitaba, se quedó en silencio, como si lo hubiera olvidado o de hubiera arrepentido. Quién sabe.

Tengo mi pared de fotografías también para los que no están en ella. Los múltiples arrepentimiento de no poseer una prueba de nuestro encuentro, el momento del cruce cuando tocamos o tocaron nuestra vida. ¿Alguien me extrañará en la suya?