Estoy reescribiendo una novela que publiqué por aquí hace, bueno, más de una década: La historia de Ayer. Sí, lo sé, para empezar voy a cambiar el título. Aunque no sé si el nuevo es mejor. Ustedes dirán cuando lo vean por primera vez. Y mientras pensaba en los nuevos capítulos y personajes que deseo explorar, así como la interpretación de algunos juegos que no estaban en la primera versión de aquel borrador, tuve el impulso de escribir una novela seriada en mi blog, justo como lo hice en sus primeros años. 

Pensaba escribir una novela breve que continuara con ciertos personajes y circunstancias de San Juan de Palma (el pueblo ficticio de Dile a tu mamá que se calle) pero al final he decidido que es mejor dirigir todas las energías a la reescritura del otro proyecto y que San Juan de Palma repose un poco más antes de revelar su destino, sus cambios, sus nuevos caminos. Primero haré ese odioso trabajo de anotar líneas y bosquejar situaciones antes de cualquier cosa. Es odioso pero efectivo. Pero yo confieso: extraño un poco la inmediatez que antes tenía para escupir mis piensos, mis cuentos, mis mentiras y mis trastornos. 

Por lo mismo, quizás para recuperar algo de ese espíritu primitivo y la desfachatez que tenía para contar mis primeras historias, me prometí que publicaría de manera semanal La historia de Ayer (bueno, la versión reescrita) cuando esté terminada. Tardaré un poco en llegar a la publicación del primer capítulo (cuya reescritura presumí en Twitter hace un par de meses) pero eso satisfará mi impulso infantil y revivirá un viejo propósito de mi blog: contar la novela a mi ritmo, a mi modo, sin ningún afán que el placer de compartir una obsesión personal y definitivamente mía. (Quizás mucho de este capricho se deba a que estoy releyendo Great Expectations de Dickens. Y que envidio profundamente los vericuetos recorridos para ganarse más centavos). 

Hasta entonces, poco a poco, seguiré poniendo las cosas, los bloques, los puntos y los acentos en su lugar. Mientras tanto, espero que pronto llegue el día en que podamos vernos.