Hace unos días vi una película cursilona de un hombre que viaja en el tiempo dentro de su propia línea de vida. Así cómo él, también su padre puede viajar y todos los hombres de su familia pueden hacerlo. Se llama About Time (2013). El padre, interpretado por un maravilloso Bill Nighy, confiesa a su hijo que ha usado su poder para leer, leer mucho, en especial todas las obras de Dickens. Y dos veces. Cuando terminó diciembre e inició enero, para un largo viaje de autobús, hice el chiste de llevarme Great Expectations de Charles Dickens para releerlo y llegué a la conclusión de que no hay ningún viaje lo suficientemente largo que permita una lectura extensa y satisfactoria ese señor. Hay que recordar dos cosas muy importantes cuando se lee a Dickens: a él le pagaban por palabra y que escribe para lectores quienes hace mucho aceptaron que leer es una dulce pérdida de tiempo.

(Vaya, es cierto, supongo que leer también es viajar en el tiempo).