Siempre quise usar esa palabra
Fu-nam-bu-lis-ta tiene hartos latigazosahí vas otra vez de sadomaso de la lengua al paladar y quizás es difícil pronunciarla sin una sonrisa. Definirse a uno mismo como funambulista es un reto: la imagen es de un personaje arrojado, valiente y… estrafalario. También es una imagen pasada de moda, es una estampa de tiempos lejanos; quien se dice funambulista no sólo sonríe pero tal vez tiene impulsos por una parafilia aguda por revivir el pasadoEl engaño común de que tiempos pasados fueron mejores. Salud.. Está bien, quería usar la palabra, pero no soy más que un aficionado. Dame una vara y una cuerda para atravesar dos edificios y tengo tanta seguridad de hacerlo como también de que caeré y así termina una bronquita.
Tres cabezas para tres libros
Como una tortuga leo dos libros que desempolvo cada dos o tres días. Uno de ellos es Moby Dick el cual empecé en diciembre del 2014 y el otro es Great Expectations, el cual en un arrojo de valentía, estupidez y funambulismo, se me antojó releer. Hace unos días me descubrí que ambos libros comparten personajes. Un negro llamado Pip, en la nave del Peaquod, un día se cayó del barco y ahora no puede pensar en otra cosa que en la crueldad del marqué pequeños somos cuando nos ahogamos en la inmensidad azul. Y bueno, Pip de Great Expectations es un pequeño y adorable imbécil malagradecido. Sale a cada rato en el libro¡JAJA, AH, GARY!. Como estoy leyendo ambos libros en inglés, y es un inglés viejo y lujoso y vasto (antes de que existiera la economía del lenguaje y la venta de ficción en masa), es un poco pesado y he decidido solamente leer dos o tres capítulos cada noche. Mucho tuve con leerme el Ulysses el año pasado. Acabé con el cerebro hecho pulpa.
Quítate un peso de encima
Sin embargo, me gusta siempre tener un libro que pueda manosear con rapidez y por fin le eché el diente a un autor que me debía desde hace tiempo. Leo Inmaculada (o los placeres de la inocencia) de Juan García Ponce. El título obviamente remite a Sade con Justina y Julieta, quienes tenían subtítulos similares y hace un contraste interesante entre la perversión y la candidez. Antes de eso, había leído un cuento de García Ponce en alguna antología y recuerdo que me gustó el narrador por lo sutil y lo perverso de su lenguaje. Además ese narrador parecía engañarse a sí mismo y aunque admitía otras fallas en su psique, siempre que se acercaba al tema de su oscuridad daba giros interesantes para alejarse de ello (esa es una impresión y es una impresión un poco engañosapero Inmaculada la está alimentando y quizás tenga algo de razón. Habría que escarbar más.). Quizás lo que más me gusta de Inmaculada, hasta el momento, es lo fácil que es imaginar al personaje. Me pregunto si a Juan García Ponce le gustaba el cine mexicano y si lo miraba con regularidad, porque Inmaculada bien podría ser cualquiera de las heroínasAclaración: me refiero a las actrices que interpretaban personajes como niñotas de veinte a treinta años. Las niñas de Schrödinger) de la edad de oro del cine mexicano.