- Si vas a revivir un juego de PC del 2002 que tiene unas mecánicas ridículamente sencillas, convendría más que lo rehagas en un motor actualizado. Piensa en las nuevas generaciones: al menos hazlo widescreen y asegúrate de que los controles sirvan (no hay pc que no pueda conectar un control de xbox o de ps4 hoy en día). Está bien que tu juego sea casualón, está bien que no esté pensando en apantallar a las masas pero no mames, si tu juego no tiene un mínimo en su estándar de calidad, no insistas que lo juguemos en un puto cuadrito.
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Worms intenta aprovechar lo que se llama el brand loyalty para tratar de jalar a los viejos fanáticos y que sigan manteniendo un nombre a través de sus impulsos de nostalgia. SNK y SEGA hacen eso de manera excelente (y la mayor parte de las veces, entregan juegos funcionales cuando lo hacen). Pero Team 17 y Worms no son lo mismo que Sega y Sonic. Aunque los gusanos eran simpáticos hace muchos, muchos años, no tienen el presupuesto para generar un potencial de nostalgia. Así que no mamen: por lo menos que su juego tenga un puto estándar de calidad para generar nuevos fanáticos.
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Este juego simboliza toda la mediocridad de los clones mal hechos en el dos mil, cuando todo se trataba de trasladar los 16 bits al CD y los modelos tridimensionales. Este juego es un templo a la ruina. En un mundo ideal, nunca debió existir y por la insistencia de no dejarlo morir, al menos debieron revivirlo, darle nueva vida, un nuevo comienzo. Pero no lo hicieron, le pusieron un símbolo de dinero y lo dejaron a su suerte, dispuesto a seguir vagando como alma en pena que a nadie le interesa. No lo compres ni en bundle.
Worms Blast: Tres putos puntos
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