• Contaré la historia como me la sé. No me corrijan si vivo en el error porque me gusta mi versión. Un buen día, un publicista de los noventa, como muchos otros seres humanos y comunes en el mundo, se clavó con DOOM y en la destrucción, encontró un potencial creativo enorme. Por mera coincidencia, mientras pensaba qué hacer con su afición de matar demonios, una empresa de cereales se acercó a él y le preguntó como podían acercarse a los chavos pero que no fuera lo de siempre, sino algo chingón, memorable. Charles Jacobi se iluminó.

  • El publicista se comunicó con el creador del nuevo infierno, John Romero, y compró el permiso para modificar DOOM. A los de Chex les propuso hacer una versión de DOOM pero para chavos. Los demonios se transformaron en flemoides, unos seres de mocos verdes. Marte y el infierno se transformaron en la dimensión cereal y del sano contenido nutricional. Y, después de quien sabe cuántos días, eventualmente años de trabajo, un solo hombre (creo que sí), hizo su propio videojuego. Ese videojuego se convertiría en la puerta de acceso para la obsesión de muchos.

  • No hay mucho qué decir. Chex es una fusión entre el estilo de juego de DOOM y los colores y el estilo de Wolfenstein. Los mapas están muy bien hechos y notarán la diferencia y el crecimiento del desarrollador a lo largo de tres capítulos. Mientras que los primeros niveles son cuadrados y muy sencillos (Wolfenstein), los niveles subsecuentes son más orgánicos y laberínticos (DOOM, Quake). La conversión de los monstruos me parece ingeniosa y la de las armas humorística, pero uno puede llegar a cansarse de tanto verde y tanto rojo. Afortunadamente el juego es breve: tres episodios de cinco niveles cada uno. Y los adornos compensan, con creces, cualquier sentimiento de monotonía que uno crea alimentar mientras lo juega.

  • La música y los efectos de sonido son evocadores, interesantes y sabrosos. Alimentan muy bien la atmósfera y ayudan a separar a esta conversión del juego original. El diseño de los cielos es bellísimo y las texturas tienen su encanto. Donde el juego destaca es en los objetos estáticos que uno se encuentra si presta atención: estatuas, árboles, fuentes, pinturas. Todo contribuye. Nada fue dejado al azar o a su suerte.

  • Hay que recordar el target, algo muy importante para cualquier publicista. En lo más básico, este juego pretendía llegar solamente a chamaquitos de 5 a 9 años. Es la calidad de la conversión y su atención al detalle lo que rompió esa barrera y encantó a un gran segmento de la población que disfruta de modificar al monstruo original. Gracias a momentos brillantes como este, DOOM todavía vive y seguirá esparciendo olas.

  • ¿Lo recomiendo? Sí, es breve, divertido y gratis. Cualquiera puede correrlo en un equipo medianamente decente. También es un buen juego para los chamaquitos, si algún padre le preocupa la sangre, aquí no hay eso: Chex desaparece a los flemoides a otra dimensión, recupera vida con un buen desayuno de frutas y verduras, y botellas de agua lo protegen y lo rejuvenecen. No es difícil hasta los últimos niveles y puede ser un buen respiro, además de inspirador para publicistas y modders.

Hice un Let’s Play, el cuál puedes ver aquí: