Aunque me gustó la serie algunos momentos me hicieron ruido. Es difícil despegarme de mi noción de Luke Cage de acuerdo a los pocos cómics que leí de él: rudo pero flexible. Durante los arcos más duros de Marvel (2000-2010) parecía tener las palabras adecuadas para algunos momentos difíciles y también me gustaba mucho porque, por increíble que parezca, en un mundo de mutantes, humanos aumentados y dioses, Luke Cage tenía dos o tres capas de profundidad porque su discriminación y su vida de violencia empezó muchos años antes. También me gustaba su relación con Jessica Jones, la cual empecé a adoptar como icónica, junto a la de Peter Parker y Mary Jane (ouch). Fue el primer súper héroe que me hizo interesarme por los súper héroes negros y lo vi como un personaje completo, a diferencia de otros que eran estereotipos, patiños o una obligación (véase a Samuel Wilson, Marvel en 1980-2000). La ironía: Luke Cage nació de un estereotipo consciente y la serie se burla con elocuencia de ello aunque a veces, bueno, el de la serie parece un maldito pusilánime.

La princesa negra de Harlem: Misty Knight

Misty Knight, también nacida de un estereotipo de violencia y heroísmo, se convirtió en una detectiva de múltiples capas, motivaciones y talentos. Mirar los gestos de la actriz y los matices con los que soltaba sus líneas me gustaron mucho. Pero igual que Luke Cage, cuando ella tomaba una mala decisión o se tropezaba, la serie olía a un tufillo a princesas Disney. Quizás porque la violencia, precisamente, hubiera sido un recurso barato para seguir construyendo a los Defenders, supongo que por ello los escritores decidieron una aproximación más suave, más tímida, con la gente de Harlem. Recuerden: en Estados Unidos los blancos siempre esperan lo peor de los negros y quizás por eso dieron unos pasos atrás, temerosos de agarrar los temas que incendian a su nación de vez en vez. Esos momentos de timidez fracturaron la serie. Por ejemplo, el discurso de Luke Cage acerca de la negritud o cómo Harlem es un “faro de esperanza para la humanidad” (sic), o esos breves instantes donde Misty se echa para atrás, se estupidifica y se comporta como cualquier mujer escrita por un hombre: un recurso para retrasar la historia.

Nota: Quizás sería buena idea aproximarse a las novelas de negros a las que aludieron constantemente al inicio de la serie.

La construcción de la maldad

Spoiler: el engaño del villano inicial. La maldad verdadera toma años en gestarse y se construye a través de décadas de gestos, de pequeños momentos donde pudieron tomarse mejores decisiones. Lo que rescataría de Luke Cage, en definitiva, son sus villanos y sus orígenes. Cottonmouth no abandonó nunca sus gestos de personaje rastrero, envidioso, de personaje aspiracional pero sabe nunca podrá ser otra cosa. Shades y sus breves sonrisas, sus gestos enigmáticos que denotaban la necesidad de mantener el control y Mariah Dillard quien nos demuestra que los héroes no son los únicos con mil caras que viajan para ocupar su justo lugar en el abismo. Había un tipo vestido de verde con una armadura pero, sinceramente, aunque su personaje tenía una Biblia maravillosa, vieja y rayada por todas partes (un objeto fantástico, un amuleto que compraría si yo fuera un coleccionista), quedó como una promesa, como lo que siempre esperamos sean los villanos de los cómics, de las películas, de nuestros sueños, del mundo. Sí, Diamondback era un villano perfectamente justificable, y ya.