Si tuviéramos que inventar un género para Abzû, supongo que podría ser algo como simulación de exploración acuática alienígena. En este juego eres un androide (o algo vivo con una estética artificial, cuadrada, domo arigato mr. robot) que navega por varias partes del océano para liberar especies y anexarlas a la simulación marina. La mayoría de los peces que liberé durante mi juego fueron tiburones, la especie emblemática de la serie. El juego no consiste de retos, tiempo o grandes peligros. Abzû corre con la premisa de disfrutar un viaje parsimonioso, pausado, antes que invitarte a romper o destruir cosas. Nice.
Las gráficas son hermosas. La atención en el detalle a las sombras, el movimiento de las algas y las escuelas de peces es sublime. No había disfrutado tanto un juego de nadar desde que jugué Ecco the Dolphin. Sin embargo, para que Abzû funcione correctamente y pueda verse como película de Estudio Ghibli, se sugiere ampliamente un buen equipo. Mi equipo de mediano rango, aún con los efectos y los modelos en bajo, sufrió de bajas en el FPS en los escenarios más poblados. Intenté bajar la resolución del juego y aunque ello mejoraba muchísimo la fluidez del mismo, se veía, bueno, feo. Tengo la sospecha de que este juego está optimizado para una arquitectura Intel/NVidia.
La historia de Abzû queda para el jugador. Abundan los tiburones, el silencio y los misterios. Me gusta el tono sutil de amenaza que se forma en los primeros momentos del juego y luego como este se resuelve en los últimos capítulos. Sí, es cierto, es un mundo relajado pero se preocupa por mostrarte un lugar en la cadena alimenticia. En tu exploración del océano, verás templos abandonados con jeroglíficos que detallan sesgos de devoción a dioses marinos. Se sugiere un paseo contemplativo para encontrar a las especies faltantes para llenar este bonito acuario virtual con su presencia. Reitero: este juego no es de acción, no hay logros frenéticos o litros de sangre, pero es un paseo por un mundo acuático y un misterio extraterrestre.
Claro, el juego se vende como arte pero no le hagan caso a eso. Los videojuegos deberían quitarse esa presunción y permitir la decisión a la gente, a sus espectadores y lectores, a sus videojugadores y la experiencia propia e íntima de cada persona que toma el joystick. Venden el humo por unas ansias locas de trascender. Hablando de Abzû, el mundo y su movimiento me parece demasiado excesivo (síndrome Ghibli) además de que la experiencia de juego no es homogénea. Quizás si el juego pudiera apreciarse del mismo modo en distintos equipos, podría considerarse mejor la posibilidad de una experiencia artística. Pero eso no sucede. Que no los engañen, aunque algunos pensarán que sus aspiraciones lo hacen más encantador.