Superbrothers: Sword & Sworcery

Un disco de vinilo decepcionante

Superbrothers: Sword and Sworcery es uno de los juegos a los que esperaba hincar el diente cuando el backlog me lo permitiera. Había escuchado muy buenas cosas del juego, de su historia y su música. Y sí, en su momento lo empecé con entusiasmo, estaba dispuesto a dejarme engañar por su estética, sus sintetizadores y sus textos ambiguos y místicos, pero súbitamente descubrí que jugaba algo mal hecho y lo abandoné. El momento determinante, quizás, fue un largo diálogo donde interviene el hombre de gris y dice una de sus pavadas comunes, a las cuales nunca me acostumbré, y los personajes del mundo fantástico deciden seguirle la corriente, rompen la cuarta pared con una facilidad estúpida. Eh, todo mal.

Quizás lo más importante de una aventura de point and click es la narrativa. Uno de estos juegos de género necesita una buena narrativa, una estructura más o menos coherente que te lleve del punto A, al desarrollo B y al final C; una gracia que te permita perdonar los hoyos en la historia y disfrutar el viaje; un personaje principal, amable y carismático, que te guíe al gozo del descubrimiento y el reto de lo absurdo. Si la aventura carece de estos elementos, aprovecharías mejor tu tiempo viendo un álbum de fotos o mirando cualquier anime relativamente reciente. Superbrothers: Sword and Sworcery esconde tantos fallos a través de sus diálogos y sus desparpajos, de sus incoherentes menciones al relativismo, a las seudociencias y al supuesto mundo fantástico que trata de inventar, que decidí no valía la pena llegar hasta el final para descubrir “la verdad”. La narrativa de este juego pretende más de lo que logra en sus primeros capítulos. No hay grandes misterios, todo está oculto en una maraña de metáforas sobradas e inútiles.

Pensaba, después de todo, celebrar los gráficos de SB: S&S, la estética de pixeles, los fondos y los colores pero desafortunadamente, antes de escribir esta reseña, jugué una aventura de point and click de los noventa, Beneath the Steel Sky, y a pesar de la resolución y el tiempo, es un juego infinitamente superior en cuanto a la calidad del diseño, los pixeles y las animaciones. Claro, Sword and Sworcery trata de simular más un Atari que una 486, pero vamos, al final es un simple engaño, una estética anacrónica que no corresponde a los equipos de antaño. En vez de gastarse el tiempo hundiendo la historia en un fárrago acumulativo de pretensión y cinismo, quién sabe, un poco de dedicación a las animaciones y al diseño, y quizás tendríamos algo más interesante de ver, un digno representante del género o una evolución del mismo. Pero no, considero este juego un retroceso, una salida fácil para quienes tienen flojera de escribir una historia.

Nomás para terminar, algo que sí está chingón: la música. No tiene desperdicio. La música es lo mejor del juego. Estoy seguro que si algunos soportaron nadar en el espeso mar de las palabras, fue porque la música los permitió sumergirse a la experiencia extraña y novedosa que éste juego trata de proveer. Si soporté al imbécil de gris durante tanto tiempo y jugué varios intentos para matar a la trifuerza que no es trifuerza, fue porque la música no me dejaba ir. La música dice más que todos sus terminajos de ciclos lunares, la espadagia (ja), el mundo onírico y sus “that didn’t freaked us out (it did freaked us out a bit)”. ¿Lo recomiendo? No.

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