Mambrinox: compuesto para las cabezas dóciles. A los dos días dejas de utilizar bacías como cascos sagrados pero olvidas mirar al cielo. Súbitamente, las piaras abandonarán sus ranchos, sus bosques y sus escondites, para seguirte decenas de miles de pasos.
Cafeinilol: activo para mantenerse risueño y despierto, no importa cuánto escondan el sol los huracanes o los cuervos entrelacen las garras para simular una noche. Ojos curiosos e iluminados con un iris rojo descubrirán todos los secretos de una lectura hasta que ocurra el primer bostezo.
Nudetrazol: pastilla con cientos de packs biométricos para fácil asimilación del cuerpo. El placer del mirón en una dosis conveniente. Al cerrar los ojos, después de tragar la pastilla, verás una colección de muslos, vientres, arcos de espalda y tantos pelos rizados como desee el consumidor y en las edades más placenteras para la complejidad de su organismo. Úsese con moderación y cuidado, no más de 8 dosis en 24h.
Otroxibron: pasivo experimental para guiar a un individuo a entender las circunstancias del otro. Hombres se convierten en mujeres, mujeres se convierten en transexuales, transexuales trotan en las patitas de sus perrhijos. Las circunstancias que pueden ser más aberrantes para el sujeto se convierten en las suyas, reajuste neurológico breve pero de consecuencias cronológicas persistentes. También llamada “la vida azul” porque, aparentemente, andar en los zapatos del otro -efecto secundario- provoca una sabiduría inefable y una tranquilidad insoportable.
Quintonil: polvos milagrosos; recupera la virginidad anal para el deleite de tu bienamado.
Chochoxil: pomada para curar los malos efectos de la vejez. La fórmula es propiedad de una vieja china, proxeneta, y de linaje interrumpido por seis abortos y la muerte temprana de sus diecisiete hijos. No ha concedido la fórmula, aunque dos farmacéuticas han ofrecido millones por ella, y se dice que jamás la hará. Espías de la iniciativa privada y algunos gobiernos han robado el ungüento milagroso, pero ninguna máquina o genio ha sido capaz de desentrañar sus secretos. La fórmula no existe escrita, morirá en la memoria de aquella enigmática anciana desdentada y rimbombante. Destilado parcial de amanita y de salyx babilónica, entre otros cientos de ingredientes secretos, su consistencia es muy similar al pulque.
Muerebron: píldora que cura el cáncer.
Pachecocil: ¿tienes hambre? Tómate dos de estas pastillitas. ¿El muro se ve demasiado blanco y cuando enfocas, explota en todos los colores? Tómate tres de estas pastillitas. ¿Sientes que bailas junto al creador del universo desde la comodidad de tu reposet mientras un extraño Freud de tres ojos y seis tetas te pregunta sobre tus padres y tus genitales? Tómate cuatro de estas pastillitas. ¿Tienes hambre? Vamos por unos tacos de suadero y una coca.
Mundixán: pastilla para suavizar los efectos traumáticos de que a México le vaya muy bien en el mundial.
Pintabrel: pastilla morada, dosis única. Tan pronto la muerdas, recordarás aquella primera vez que te fuiste de pinta. Ibas con tus amigos, tus carnales, paseando por los juegos oxidados y abandonados de aquel parque federal. Carmen te hará a un lado, te dará tu primer beso cerca de los labios y sentirás que definitivamente has madurado, que irse de pinta, la huida, es ser un verdadero hombre; mirarás con lascivia única su falda de cuadros hasta que te interrumpa el dolor; Julio te ha golpeado el brazo, te mirará con unas cuantas lágrimas contenidas, porque él ha visto el beso de Carmen e intuirás una verdad trivial del mundo; algunas amistades esconden en secreto los impulsos de su cercanía no porque te quieren, pero porque te aman; la tarde es joven, olvidarán el presente con una caguama y bailes estúpidos mientras escuchan Panteón Rococó; Carmen ya no te besará pero te tomará la mano, y Julio también, y todo se arreglará mientras gritan como posesos, ellos, tú, los otros, la de la dosis perfecta y la calentura en la oreja; regresarás a casa de noche, una noche temprana y amable, los padres son una sombra que no interrumpe esta felicidad y los deberes, bueno, a quién le importan los deberes, no harás la tarea porque te arrastra un vértigo extraño, un viaje en el tiempo imposible, la felicidad de darte cuenta que alguna vez fuiste adulto, que creías entender todo lo que había sucedido aquella tarde, y el mal sueño se ha consumido, ha pasado pero eso también se irá, porque te tragará la memoria del joven y se diluirá la adultez imaginada, y olvidarás que alguna vez añoraste esto, olvidarás que consumiste el pintabrel y que has acabado, milagrosamente, en otro mundo donde nadie tiene el ingenio para hacer estas pastillitas crueles y definitivas.