El mundo es una simulación

Otra vez voy a regresar a la teoría esa rascuacha: nuestro mundo / realidad / universo es la creación de una mente o mentes superiores; somos una computadora cuántica que arroja datos y siguen dándole mantenimiento. Algunos filósofos usaban esta teoría como una excusa para criticar lo que no les gustaba de su vida o de su realidad. Especulan, por ejemplo, que se están simulando los datos de las peores variantes solo porque ganó Donald Trump, un imbécil, la presidencia de un país cualquiera. The Darkest Timeline, dirían en Community. Gringos ensimismados. Pero quitando la egomanía, quizás no se trata de la humanidad, nosotros no somos los sujetos del estudio, pero posiblemente seamos una desviación del espíritu original, un accidente. Nadie quiere a los humanos, pero ahí están, y ni modo, esas rebabas también arrojan datos y nos seguirán vigilando hasta que no den la orden de apagar el monitor. Échales una plaga, dice un técnico aburrido, se traga unas papas. Hay videojuegos, cómics y series que tratan el tema de la simulación porque son el medio indicado para hacerlo: Saints Row, Agents of Shield, X-Men, Westworld. Son indicados, porque usan arte que simula la humanidad posible: actores, dibujos antropomórficos, modelos tridimensionales de gente. Me interesan especialmente los videojuegos porque, por ejemplo, para crear ciudadanos de un mundo abierto y binario, tienes qué usar datos que vienen del mundo real: texturas, instrucción de movimiento, rostros animados rotoscópicamente. Para que un personaje camine, seres humanos caminaron, fueron grabados, transformados en datos y finalmente depositados en el juego. Esos humanos simulados son un frankenstein de datos que surgieron a partir de una combinación de otras personas (caminatas, diálogos grabados, rostros escaneados). Gracias a dios no tienen consciencia y si la tienen, no lo sabemos, no podríamos traducirla. Eso me hace pensar: ¿y si nosotros estamos hechos a la imagen y semejanza de un grupo de diseñadores que grabaron, de muchas partes, nuestras actitudes, manerismos, voces, etcétera? ¿Ese será el secreto del mundo? ¿Somos una secuencia de simulaciones, cada vez más simplificadas?

Los rostros sonrientes de quienes no existen

thispersondoesnotexist.com genera rostros de personas inexistentes a partir de inteligencia artificial y redes neuronales. El código del sitio toma pedazos de gente (le gusta alguna nariz, coloca unos ojos pispiretos que quedan muy bien y los dientes, misteriosamente los dientes, siempre parece utilizar los mismos: bonitos, pero no calculadamente perfectos) y forma sus propias personas. No es el trabajo de un código singular, pero hay, al menos, dos inteligencias artificiales en funcionamiento. Arrojan una imagen cuando ambas llegan a un acuerdo y creen que lograron algo que podría funcionar: el retrato final de una persona para provocar una empatía en el humano, en el espectador, por alguien que no existe, que no ha sido creado, que no tuvo una vida pero sonríe, o mira a la cámara, o se aprieta los dientes un poco estresado porque todos tenemos, incluso los inexistentes, esos días. Me provoca cierta admiración que esta es la creación de fuerzas discordantes, una discusión perpetua entre dos algoritmos; una conciencia binaria que genera los rostros y otra que los descarta como falsos, pero eventualmente llegan al consenso y hacen a una persona. Hablando de simulaciones, no creo que las industrias tarden en utilizar este tipo de trucos tecnológicos para hacerse de gente que comercialice sus productos o extras para una película, o serie de televisión. Quizás podrías incorporar el código a un videojuego de mundo abierto para que genere a los personajes que caminan por las calles o por los caminos, y así, el jugador nunca verá a dos iguales. Si somos una computadora cuántica, el frankenstein de los simuladores, tal vez no es a nosotros a quienes persigan o vigilen con interés, pero a los algoritmos que a fuerza de trabajo, de una cantidad inimaginable de datos, aprenden a discernir lo que es humano, lo que tiene consciencia, lo que es felicidad y lo que es tristeza.

Mañana vendrán los deepfakes de los políticos mexicanos

En este mundo nuevo, a veces maravilloso y a veces horrible, puedes colocar el rostro de cualquier persona sobre cualquier video. Gal Gadot o Chris Hemsworth en tus videos porno preferidos. No tienen por qué ser celebridades. Carmencita, la secretaria, también puede participar si tienes suficientes fotos o montajes de ella. ¿No los tienes? Échate un clavado en su Facebook. Ctrl Shit Face tiene una página de patreon donde sus albaceas le dan una lana para intercambiar a los actores de una película. Así veremos, por ejemplo, a Jim Carrey actuando el resplandor en vez de Jack Nicholson. O podremos ver a Bill Hader transformarse en tiempo real para sus impresiones. No es una tecnología exclusiva o difícil de manejar, pues hace unos días, vi a algún otro internauta colocar el rostro de Arnold Schwarzenegger en algún sketch de todos los actores de The Office. En Twitter pregunté si alguien sabía de deepfakes de políticos mexicanos, y un seguidor me respondió cómo había logrado insertar el rostro de López-Gatell en un sketch de The Big Bang Theory. No se ve muy fino, pero también creo que es cosa de tiempo y presupuesto. Lo que harías con una granja de computadoras, como las que tienen los bots. El deepfake funciona muy similar a crear las imágenes de la gente que no existe: códigos que discuten la mejor manera de insertar los rostros sobre videos en movimiento, sobre actores que no son el original. Discuten hasta que se vea lo más real posible, que la ilusión pueda sostenerse y no haga dudar a los seres humanos que verán esto. En México, todavía se editan videos y se descontextualizan. Nuestro presidente, cabecita de algodón, tiene una gran virtud: habla con la paciencia de los antiguos. Después de algunas mañaneras, me dije, qué fácil guardar todos estos videos hasta que cortes y recortes para armar una conferencia a tu medida. Quizás por eso nadie se ha visto en la necesidad de meterle deepfake a la política mexicana. Pero no es tarde, y pronto de eso también tendremos que defendernos con sanos, a veces insanos, cuestionamientos sobre lo que es real de lo que no.

Publicado originalmente en LJA.