Primero de diciembre, 2012
La imagen: Felipe Calderón, un presidente muy odiado, entrega la banda presidencial a Ernesto Peña Nieto, otro presidente muy odiado. A uno se le achacan la muerte de decenas de miles de personas mientras que al otro se le mira con temor por regresar a las viejas prácticas del gobierno que tanto trabajo nos costó destituir. Ah, los viejos tiempos (Érase una vez… Fox), el mexicano goza enormemente ponerse de acuerdo para, entre varios, chingarse a uno, sobre todo al más grande, al poderoso, a la autoridad. Entre todas las posibilidades, y todas las trampas de todos los partidos, la gente (apenas la mayoría) finalmente decidió, tímidamente, regresar a la etapa donde las cosas no iban bien pero tampoco nos mostraban todo lo malo. La banda pasa de manos… y ninguna de las manos es, o fue, confiable. No consiguen engañar lo suficiente para pensar en otras cosas.
Read More