Soñé algo muy extraño (que sorpresa, neta… a veces me soprendo escribiendo frases tan alucinantes como esa)… era un cazador de vampiros y tenía a una Maria Renard acompañándome (fans de Castlevania, ¡UNIOS! (para los que no sepan quien es Maria Renard, era una especie de niña que podía llamar a los espíritus para auxiliar a nuestro estimado Richter Belmont y más tarde, sería el personaje secundario donde Alucard (el más chingón de todos) es el protagonista)).
En fin, sin tantos paréntesis, soñé que era un cazador de vampiros y tenía a una Maria Renard acompañándome. También un amigo me acompañaba, no recuerdo cual exactamente, pero era un amigo. Era una vieja casa la cual tenía una torre oscura, andábamos buscando vampiros y resulta que los encontramos. Pero eran como que vampiros agradables o nosotros estábamos jugando a que éramos sus mejores amigos y que no les íbamos a hacer nada de nada… algo así. Recuerdo que me llevaba bien con los vampiros, eso sí.
Sin embargo, mientras se iban distrayendo… los iba matando. Eran tres, al primero no recuerdo como lo maté, solo recuerdo haberme visto bien cool mientras llovía y un rayo iluminaba mis facciones de cazador de vampiritos y diciendo: “Si, lo maté”. Al segundo, sólo recuerdo que hubo mucha sangre y estaba algo así como que empalado en el techo, mostrando sus dientes feos y unos ojos blancos, blancos.
Pero a la vampira, la tercera, esa si recuerdo como la maté. Estaba dormida y le clavé una vela de cera en el estómago sin despertarla… recuerdo que hice eso, porque no quería que se escapara en lo que buscaba una estaca de a de veras. Mientras tanto, le quité un anillo que estaba seguro podía vender en 10,000 piezas de oro y lo guardé en un Inventory al puro estilo de Diablo. (Bieeen raaaro dije). Cuando me “salí de la pantalla de inventario del juego de Diablo”, vi a la vampira, estaba despierta y me miraba bastante feo. Abría el hocico y mostraba amenazadora sus dientes.
Pues mi amigo fue el que me dijo–: No se va a morir, a menos que le pongas el anillo de nuevo.
Eso hice, le puse el anillo y después me conseguí una estaca etérea para clavársela en el pecho. No hubo mucha sangre, se murió sin ningún problema y después desperté a las seis y media de la mañana de un domingo como este. Me daba miedo volver a dormir, porque a pesar que lo cuento como si no, fue un sueño te-rro-rí-fi-co. Pero necesitaba volver a dormir…
…es que recordaba que el amigo me había robado el anillo, para venderlo él.
Hijo de puta. Sin sueño y sin varo imaginario, estoy jodido.