Ya el año se esta acabando, por fin… ¿qué ha cambiado? Demasiado. Puedo decir que estos últimos tres o cuatro años, han sucedido momentos claves, uno tras otro, que han obligado y/o propuesto un constante movimiento. El dinosaurio me ha obligado a crecer. Es más, al tratar de escribir este post me quedo un rato pensativo y miro la pantalla… este no es uno de esos posts donde puedo iniciar con un “estos días” o “últimamente” (refiriéndome a una o dos semanas).

En conjunto con todos los años y sus momentos, hay algo reciente que esta sucediendo–: Ya no estoy tan amargado. Este año no seré ningún ladrón de navidades felices, ni tampoco se las pintaré de gris… aunque juro, que ayer vi la ciudad un poco nublada. Exquisito.

Los recién llegados al Árbol de los Mil Nombres, en este, el inicio de la tercera etapa… se han ahorrado una Cecilia, un Simón Dor y un quiebre económico. Se ahorraron la muerte de mi abuela, la mudanza de mi hermano y mi propia mudanza. Mis problemas en la escuela, mi adaptación y mi neurosis acentuada. Mis quejidos, mi ombligo y uno que otro día con particular sentido del hu-mor. ¿Qué habrá para el próximo año? No lo sé, espero que muchos triunfos.

De un día para otro, mis sueños han cambiado. Son sueños más vívidos, yo creo que grabados con tecnología digital y THX. Al principio, creí que era una moda pasajera de mi inconsciente, pero después de una semana con los sueños en ese estado, me doy cuenta que algo cambió. Debió ser algún upgrade silente en el sistema operativo de mi cerebro mientras hibernaba. También me desperté con un alma distinta, no encuentro en mi ciertos vestigios que eran innegables, hasta creía eran innatos, sólo me resta una breve consciencia que es capaz de mirarse al espejo y decirse que no es él mismo aparte de la afeitada rutinaria.

Por un momento, creí que un cambio así podría significar que estaba tirando la toalla. No, no lo es tanto… tan sólo, me estoy educando a apreciar lo que tengo y frenar el deseo por lo que no tengo. Estoy entrenando un poco más mi paciencia, quiero alcanzar otro ilapso, tal vez uno continuo. Con gusto, me daría a la tarea de purificar el espíritu hasta alcanzar el nivel de profeta o mesías… pero nah, unos ojos me harían perderlo en un instante.

Incluso, al escribir estas líneas, hay un par de voces que se niegan, que no están tan seguras de lo que están diciendo… pero ya se está acabando el año. Y pronto, habrá uno nuevo para que renieguen todo lo que quieran.