Move in now move out
Hands up now hands down
Back up back up
Tell me what you’re gonna do now–Limp Bizkit, Rollin’.
Ayer me senté en algún camión, en algún lugar de la Ciudad de México y miré alguna de sus múltiples televisiones de telebús. Ya casi están terminadas las obras en Alta Tensión y el Eje 5 Sur. Se ven extrañas. Se ven enormes. Increíble, casi no había tráfico y a la hora que fui por allá, solía haber tráfico de cuarenta minutos de cola en cuatro kilómetros de coches. ¿Habrá sido por el día de las mamacitas? Supongo. Cuentan que por esos rumbos estaban las famosas minas de Cristo Rey. No sé cuánto tiempo habrán estado abiertas esas minas, y ya cuánto tiempo hace que las cerraron. Cuentan que gente de bajos recursos adaptaron las minas como vivienda. Algún día le preguntaré a la monja Juanita –directora de la secundaria a la que fui–, creo que ella tiene como veinte años viviendo en esa zona. Je. Si. Tengo una educación religiosa. Secundaria y preparatoria, al menos. Mi familia, que nunca fue muy practicante de esas costumbres, me advirtieron que debía aprenderme los ritos, al menos como educación social y hasta eso, los aprendí bastante bien. Estuve tan involucrado en mi educación religiosa, durante el tiempo que duró, que hasta pensé en ser sacerdote. En la prepa pensé en ser hermano marista o seminarista. Aún estoy a tiempo –pienso–, estoy seguro que podría hablar con varios hermanos maristas, ex profesores míos, y me echarían la mano.
Sin embargo, me vencería la lujuria y no sería congruente. ¿Cierto, Bob?
Ayer me senté en algún camión, en algún lugar de la Ciudad de México y enfrente del Gigante –el que esta saliendo del metro San Antonio [Línea Naranja (No confundir con Línea Azul)]–, se subió una familia. Se subió un hombre, una mujer, tres hijos y la abuela (paterna o materna) de los chilpayates. Los miré un rato y me puse a pensar–: Si hubiera algún futuro con Solma, ¿eso es lo que quieres que pase? A ella le amo, porque con ella puedo hablar las cosas que nadie entendería. Con ella me sale naturalito eso de no callarme y dejar que las palabras fluyan, sin dirección, sin sentido, sólo que fluyan como agua (pensé que tu sonrisa era inagotable como el agua, hasta que casi se fue [Cénit {Bob–: Siempre que escuchas agua, piensas en esa canción}]). ¿Y si llegáramos a tener hijos, en algún futuro, cómo haríamos? ¿Seguiría ella escuchándome o nos transformaríamos en otra cosa? Mientras tanto, esa familia hablaba de fútbol, de la liguilla, de cosas que yo no entiendo como el repechaje y el súbito renacimiento de algún equipo que se creyó muerto en la temporada anterior. Eso sucede en todas las temporadas. ¿Teniendo una vida de pareja, ya formal, me pondría a ver fútbol? Quien sabe. Ella se recargó en el hombro de él. Él miraba, como yo, uno de los monitores del telebús y le acercó la mano para tomársela, en lo que platicaba con su hijo, su hija la mayor y su suegra (o su madre), de fútbol.