La divina me pasó este meme, ella le puso Que chulos ojos, yo le pongo Iuremar que quiere decir algo así como: Mi pinche infancia. De Rosita Fresita hasta Gasparín.
Al parecer la única regla es postear fotos de mi infancia y escribir lo que yo desee al respecto: así que aquí estoy con tres propósitos fundamentales; el primero obedecer las recomendaciones de mi guarrú para satisfacer su curiosidad sobre mis primeros años de vida, el segundo corroborar una vez más que como dice el dicho…genio y figura hasta la sepultura y en tercer lugar para dejar aquí comprometidos a más de cinco para hagan la tareita de infancia …
–Divina Isis de Divinos Pecaditos
Esta vez no impongo la tarea a nadie, ahí quien la quiera tomar, adelante. 😜
Ahí empezó todo, ¿cierto? Miren nomás, es un bebito tan sano que hasta parece bebé para comercial de Gerber. Es una foto de una sonrisa vieja, amable, miren el brillo en sus ojos, el infante aún no conoce los placeres de la Coca Cola y el cigarro. Aún no conoce a un ancianito amargadito llamado Simón Dor y aún no sabe que comprará un cacto, le llamará Bob y platicará con él en la soledad de la sala de edición.
Pero claro… el pedo empezaría un año después. Miren una última vez la foto de ese niño saludable… que lo que sigue… es digno para la tesis de un psiquiatra.
Dos palabras: Rosita Fresita.
Lo preocupante es que cuando me llego a encontrar con una de esas ilustraciones en la calle, en algún taxi, en algún cuaderno de alguna niña, en las estampitas de la papelería… tengo sentimientos encontrados: Me remonto a mi primer cumpleaños, mi primer feliz cumpleaños (nomás miren la sonrisota) y al mismo tiempo, me entra un pensamiento en loop–: Yo estoy muy seguro de mi sexualidad, yo estoy muy seguro de mi sexualidad. Rosita Fresita también era para niños, también era para niños… Yo no tengo la culpa, repito, It’s not my fault. It’s not your fault. It’s not mine.
Después, intenté liberarme de eso, ¿saben? Así que procuré vestir colores más neutrales… e incluso, traté de quitarme la ropa. Entonces descubrí que era Gasparín. Así que estaba jodido por dos partes, ¿me entienden? O era ese rosa puto culero, o era gasparín. Eros y Thanatos. Pulsión de vida o pulsión de muerte. Era niño, ¿pues? ¿qué les puedo decir? En ese entonces, vaya… no tenía tanto poder de decisión. Hasta que pasaron unos dos añitos… o tres.
Me convertí en un rebelde ochentero y pues como nadie se quejó de mi libre albedrío, lo dejé ser… Eso ayudó a que se les olvidaran los años anteriores donde la jefecita escogía la ropa del día, además… tenía dos astronautas de plástico, apuntando para matar y creanme, estaba consciente de que no dudaría en utilizarlos.
También estaba aprendiendo las bondades del sex appeal, del desnudo artístico con contraste, de los pelos húmedos y la piel bronceada… y eso serviría, más tarde, para conquistar nenas entre cinco y nueve años. Al conocer esas bondades… que quede claro, escrito con letras doradas en el acta, nunca más volví a usar shorts y nunca más volví a usar una playera de Rosita Fresita (puta).
Ya probando la vida de rockstar ochentero, me sucedió lo que a muchos de ellos: Me descuidé y engordé. En ese entonces la Pepsi era más sabrosa que la Coca. En ese entonces la comida era deliciosa. En ese entonces… el vicio.
Miren nomás a ese gordito, mirenlo nomás. Y bien vestido, y rezando en la iglesia. ¿Me reformé? ¿Estaba en el camino de ser un sacerdote marista? ¿Me creía tierno con esos cachetotes?
Por eso el árbol de los mil nombres, me cae que ya no sé quien soy. 
