J’Solé es la palabra que le inventé a Sol María para decirle que le quiero.
–¿Para qué cargas esa chingadera si cuando más la necesitas no la usas?
–Lo utilizaría si no se me olvidara llevar una pluma conmigo.
–En la playera, en la playera, para eso la tapita trae una madre con que la pluma puede sostenerse. Hoy tuviste un chingo de ideas, ayer tuviste un chingo de ideas, antier tuviste un chingo de ideas. Y todo por una pluma, ¡por favor! Si sabemos que te basta escribir una sola línea en el libraco y ya con eso, nada te cuesta después escribir tu mamo-verborrea… y ahorita, pues ya se te olvidó todo. No tienes nada en qué sostenerte más que la ridícula conversación que estamos teniendo.
–¿No tienes algún niño, perro o gato qué tragarte?
Bob asintió negativamente.
–A veces no te puedes deshacer de mi, Tsef Thaed. A veces nada más estamos tú y yo compadrito, y no hay nada qué podamos hacer al respecto.
–No llevo plumas en la playera desde que Itzia me dijo que parecía un nerd.
–¿Desde cuándo te importa lo que digan los demás?
–Bueno, de ella me importó porque la nena en cuestión me gustaba.
Bob y yo nos miramos un momento y después, nos morimos a carcajadas.
Me provocó ternura y me provocó dulzura. A ella le gustó mucho cuando lo leyó por primera vez y es realmente por eso que luego retomo esos viejos textos y los trabajo como debería.
Mucho trabajo, muchos cassettes en el escritorio, muchos proyectos. Estoy a punto de tirarme del balcón o de abandonar mi estado agnóstico para volverme sólido creyente y pedirle a Dios su Misericordia. Tantos rostros. A veces juego a que miro el video y me imagino como envejecerán las modelos. Los hombres son aburridos, es más divertido buscar el paso del tiempo en las mujeres, más gratificante (también verles el presente, cómo no). Mirar las líneas que les han aparecido, las nuevas ojeras, cuánto han adelgazado o cuánto han engordado. A veces, la vida da sorpresas. Cuando una modelo desaparece por un tiempo y regresa dos o tres meses después, se encierra una historia. Esa historia puede consistir en que encontraron un novio con dinero y este se las llevó de paseo durante una larga temporada, o esa historia dice que se embarazó y tuvo a un niño, por eso el cambio tan drástico. También hay historias del regreso al país natal, de unas largas vacaciones o regresar de su exilio, porque en México no la hicieron o porque extrañaban mucho su terruño. O es la historia de un divorcio, de esos divorcios que se dieron aunque ella no quería, por eso ha engordado, por eso parece más vieja, por eso esta tratando de reincorporarse al medio, para recuperar un poco de la admiración y el respeto que poseía.
Las mujeres de casting siempre son más interesantes, los hombres no tanto… porque como bien dice Wolverine:
–Pinches grillos, no se callaban –decía. Y también decía que traían buena suerte, siempre y cuando no fueran un chingo regado por todas partes–. Con uno en tu casa basta, y ya.
Todo estaba bien con los grillos, hasta que un día me encontré uno que parecía araña patona. Negra y patona. Miré a Bob, el cacto, esperando que él me regresara la mirada perpleja, pero él tenía los ojos cerrados y dormía plácidamente. Me acerqué al grillo / araña y descubrí que en realidad no era una cruza, no… sino que apenas se estaban cruzando. Di un pequeño salto hacia atrás, no sabía si la araña estaba copulando con el grillo o el grillo con la araña, o si los dos se habían puesto de acuerdo y lo hacían por gusto. Me pasé una mano por el cabello, luego por el rostro e inmóvil, seguí observando esa aberración de la naturaleza. Sacudí mi cabeza, traté de olvidar a la pareja interracial y fui a la cocina por un café. En el camino, primero escuché uno, después a dos… y luego a lo que creí que eran cientos de miles de grillos.
Entonces recordé a Josefa y la historia de cuando escuchó un montón de grillos en su casa–: ¡Era un nido de ellos, un nido entero! Les eché cloro encima y luego los barrí con la escoba, porque hacían un escandalazo.
Fui hacia donde creí que estaba mi nido de grillos –pura curiosidad nomás–, porque ellos se la arreglan para hacerte creer que su música viene de un lado, cuando en realidad están en el opuesto. Afortunada, o desafortunadamente, le atiné a la primera. El ruido me guió al pequeño patio / garaje de la casa, a una de las pequeñas jardineras. No veía nada, más que pequeños destellos de luz, así que me metí de nuevo a la casa para prender la luz del patio. Salí y lo que eran los destellos de luz, en aquella pequeña jardinera, era una gran telaraña donde cientos de grillos se encontraban fornicando con arañas. La ocredad de las corazas se espesaba con la negrura de las patas y los animalejos esos, hacían un escándalo mórbido –de esos que sólo se escuchan en los hoteles de paso–, a la manera de los grillos.
Me fui a dormir. Me prometí antes de cerrar los ojos, que no volvería a bajar pornografía de negras cogiendo con white gringos, y viceversa.