Las vacaciones son largas desde mi punto de vista. Hoy, verdaderamente, disfruté el ejercicio de dormir. En cuánto abrí los ojos sentí la diferencia y me dio, pues, gusto. Estos días me he dedicado a las cuestiones más básicas del ser humano occidental contemporáneo (mamón, pero mejor especificar, porque luego hay más mamones que yo que corrigen a la menor ambigüedad)–: Lavar (trastos, ropa, baño), preparar comida, buscar una maceta para mi cacto, pasear de repente, fumar, bañarme y salir cuando suena la campanita del camión de basura. Paso tiempo de calidad con mi hermano, o eso quiero creer, si es que tiempo de calidad consiste en jugar playstation2 durante gran parte de la tarde y, a veces, salimos a caminar. La vida secundaria: jugar videojuegos, mirar la tele y leer blogs. Y antes de todo eso, antes de la base, hay una meta base, una hiperbase, un átomo o un núcleo. Debe ser eso que te dice que abrir los ojos y sentirse bien al despertar, que realmente descansaste cuando dormiste, es bueno.
Obviamente, al tener una vida tan hogareña y tan sedentaria –todo un amo de casa–, me ha quitado cosas de las cuales escribir en el día. Ya no puedo escribir de modelitos con el culo parado, ni de argentinos seductores, ni de productores que se meten coca hasta el cerebro. Mis ventanas, las gemelas y ropa interior morada, pues ahora viven demasiado lejos y se han vuelto un delicioso amor platónico. Me ha cambiado el piso, el método, el cielo, el cómo y por qué y cuándo y las respuestas a mis propias preguntas milenarias (y pongo “mis”, porque aunque suene mamón lo de preguntas milenarias, hay otros más mamones que te dicen que las preguntas milenarias nos atañen a todos y proceden a listar, pues, las preguntas milenarias que se ha hecho la humanidad. ¿Qué cuáles son esas preguntas? A mi no me pregunten, a mi me importan un cuerno las preguntas milenarias colectivas). O sea, como diría un uruguayo por ahí, tenía todas las respuestas cuando me cambiaron todas las preguntas.
¿Y ahora qué soy un amo de casa y me pongo un mandil todas las tardes, de qué voy a escribir? No lo sé, de pajaritos, del movimiento de los árboles con el viento, de cómo abro los ojos todos los días y prendo la tele, justo, cuando “Laura en América” esta empezando. Me volveré un escritor de haikus, un ascético y contemplaré la vida, nada más la vida.
Esto no tiene nada de malo, de hecho adoro lo poco que me preocupo y que solamente debo resolver cuestiones básicas, el problema es que se me dificulta escribir de algo pues. Tengo que buscar el método o un tema, tengo que hablar con el lobo que vive en el edificio o tal vez, tengo que buscar historias trilladas dentro de tanta calma. Como decía Luz Alicia, improvisar y hacer de la vida algo interesante, aunque para ella era fácil, ella era la actriz y la directora de teatro. Yo de improvisación en la vida a tiempo real, sé que uno puede gritar en la calle para asustar a la gente y hasta ahí.
Después de tres o cuatro años sin ver televisión, he empezado a consumirla.
Un consumo, hasta eso, moderado y hoy dormiré bien, apuesto que si.