Cuándo era niño, una vez me serví mi comida en un plato pequeño, de plástico, cuarteado, habiendo varios de porcelana de donde escoger. Mi tía Raquel me miró y me dijo–: ¿Por qué te sirves en un plato tan jodido? –Me quedé pensando, sin poder responderle y entonces, cambié el plato para dejarla contenta. Me serví en un plato grande y de porcelana. Ella se dio cuenta que lo hice por darle gusto y fue que me dijo–: Agustín, si no quieres el plato bonito y lo eliges nada más para darme gusto, y quieres quedarte con el jodido, esta bien… pero date cuenta que así como quieres el plato jodido, ¿no vas a preferir lo jodido antes de lo bonito, teniéndolo a tu alcance?
Lo mastiqué un rato en mi cabeza, porque los escuincles masticamos esas complejidades adultas cuando nos la cantan derechito. Era cierto, ¿por qué me estaba sirviendo la comida en un plato tan culero, habiendo mejores platos? ¿Habrá sido la humildad de la abuela toluqueña? ¿O se estaba formando en mi niñez algún complejo? ¿Debí haber leído la Iliada y meterme el areté hasta las orejotas (por no decir otro lugar rete harto feo y más para un niño)? No lo sé, pero si mi tía no me hubiera dicho nada, no hubiera sabido la diferencia entre joderse por joderse y joderse porque no hay de otra.
Cada vez que tengo que tomar una decisión por algún gasto o algún gusto, me acuerdo de ella y sus palabras, –ahora mías–, se han tornado la decisión final. Las decisiones materiales, el plato bonito o el plato feo, también son una breve pelea espiritual, una decisión tan nimia que también define quien eres, que quieres y que deseas. A dónde te vas antes que te mueras. Algún monje budista ha de estar más cerca del Nirvana al escuchar mis palabras, pero no soy budista, soy un hombre occidental con gustos igual de occidentales. “Es más feliz el que menos necesita”, dicen los budistas, no es que lo necesite todo, nah, pero lo que necesito debe ser lo mejor.
Y me gusta mi humildad toluqueña. Cuando estás jodido, busca lo más vital nomás. Me controla una rayita antes del hedonismo. Tengo pocas necesidades y esas necesidades las suplo bien y podría suplirlas mejor, claro que si… pero eso ya es pura cultura occidental, un mejor trabajo, una mejor computadora, mejor guardarropas, choose life and all that crap, Renton. Que te sirvas en un plato bonito no quiere decir que debas tomar toda la vajilla, porque a no ser que seas cirquero o payaso, se te rompe.