No se puede escribir con el estómago vacío. Mientras, en la tele, esta el nuevo videoclip de T.A.T.U y uno alza los ojos y piensa–: Qué lástima, qué lástima que sean lesbianas. Y miro mi pequeña cartera, con mi pequeña tarjeta y asiento lentamente, se esta acabando el dinero y no pude elegir mejor momento para leer a Violetta derrochando ciento catorce mil dólares y que su Diablo Guardián y la chingada. Probablemente de haber leído el libro antes, lo hubiese despreciado… muchísimo. ¿Qué me preocupa quedarme sin un quinto? Nah, eso no, ya no, tan sólo me sorprendo de lo rápido que puede terminarse y entiendo, en cierta forma, como Violetta se acaba una cantidad enormemente mayor.

Una vez que disfrutas el dinero y todo lo que puedes hacer con él, tan sólo esperas el momento para recibir más. La cantidad que tenía se juntó por un golpe de suerte y por un comercial donde me quedé. Lo pienso y mi trabajo, nada más mi trabajo, en realidad, nunca me pagó la cantidad que tenía en la cuenta y nunca la iba a pagar toda junta. Por supuesto, uno pensaría que todos los factores influyeron, se va uno a la lógica más básica (solamente hablando de dinero)–: El trabajo me dio dinero para apostar, por mi trabajo pude quedarme en un comercial. Y finalmente, ¿para eso sirvió el trabajo? ¿El trabajo me pagó la apuesta y me permitió salir en la tele? Claro, así es, pero después de seis años trabajando se dio esa situación, ¿tendría que esperar otros seis años para otro golpe de suerte? ¿volverme un apostador compulsivo? ¿dedicarme a salir en más comerciales, en vez de estar detrás de ellos?, en un par de semanas junté una buena cantidad que no se acercaba, ni siquiera, a lo que ganaba por mes. Una cantidad que se juntaría si me pagaran un año de trabajo de madrazo. Haz las cuentas así y parece mucho, pero no, para nada, es lo que, calculo, gana un creativo en uno o dos meses o un productor de mediana escuela con cuatro o cinco comerciales y, lo que yo ganaba con sesenta proyectos. Treinta y tantos mil pesos que se fueron diluyendo entre una y otra y otra cosita (la más grande, la computadora… que si no, ¿dónde pensaba seguir escribiendo?).

Para no permitirme el lujo de ser un hombre material, puedo hablar de que gané mucho en mi trabajo–: Presión, estrés, algo de creatividad, precisión, diez años de menos, muchísima libertad de decisión, conversaciones, muchos nombres prefamosos, famosos y postfamosos, deleite visual mirando culos paraditos, mujeres en bikini con la piel bronceada, madurez, un tema para derretir el hielo en las fiestas, muchos amigos, un papá gallina. Y me doy cuenta que si me quedé en mi trabajo, fue por todo eso. Me sentí responsable, cada uno de esos seis años, de que el sistema siguiera funcionando y bien, de que la idea que le había vendido a Jorge quedara en su lugar y que no hubiera nada que la tocara o la rompiera o la hiciera mierda, porque después me sentiría muy mal de haber quedado como un pendejo, por un lado, y por haber obligado el gasto de la lana ajena, por el otro. Nunca me quedé por el dinero, porque si bien lo acabo de explicar allá arriba–: sesenta proyectos. Al no quedarme por el dinero, es evidente que disfruté de muchas otras cosas y me siento un tanto corrupto, un tanto viciado, pero busqué el disfrutar cada una de esas cosas sin importarme el mundo afuera o el mundo inmediato externo.

No se engañen con que me arrepiento, si tengo clarísimo quien soy y para dónde voy, cuánto trabajo me falta y cuántas opciones tengo en esta vida mía. Aún hoy, sigue sin importarme, sólo que en esta etapa mi disfrute será en otros aspectos, otras cosas, que cuando esto termine, serán desglosadas en un día como hoy. Cuando pude sentirme menos responsable del sistema y cuando me di cuenta que ya sólo era un engranaje de mediana calidad, decidí irme. De igual manera será aquí y allá y acullá. Tengo una carrera que terminar, muchas cosas que trabajar, muchas experiencias que aún faltan y por supuesto, don dinero que ya me tentó. Así que no se espanten si este blog se convierte, de un momento a otro, en una búsqueda constante por la papeliza, la fama y la presunción. Soy una larva más y la misma vida va.