Feliz cumpleaños… Sol María.

Feliz cumpleaños, pos yo también.

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Lo divertido de mi cumpleaños es que durante un día…

no sólo poseo la verdad absoluta,

sino creen que la tengo.

Al menos se hacen.

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Mi mamá me recordó que ya sólo me faltan seis años para tener treinta.

Mi hermano sólo me dijo–: Ya estás ruco.

A los veinte años, uno se da cuenta que ya no se tienen quince, o dieciséis… te vuelves consciente socialmente de tus responsabilidades, ya no sólo eres responsable, sino sabes por qué lo eres (o al menos, eso se espera).

A los treinta años, supongo, verás el fruto de esas responsabilidades. Debe de haber alguna recompensa material, algún tipo de “seguridad” por toda la joda. Y si no lo hay… supongo que uno se deprime. Afortunadamente tengo veinticuatro.

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El sábado la pasé con Solma y su familia.

Ella piensa que no me gusta estar con su familia, pero no es así. Sólo me incomodan a veces, sólo me intimidan. Ya lo hacen menos desde que he regresado con mi propia familia. Supongo que me intimidaba o me incomodaba, estar alrededor de un núcleo familiar estable, cuando vivía solo.

En verdad, internamente, disfruto mucho su dinámica familiar. Me hace pensar.

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Me felicitó menos gente que el año anterior.

Siempre recordaré mi cumpleaños número veintiuno, donde planeaba hacer una gran fiesta en un bar al que fui alguna vez. Pensaba invitar, incluso, a los viejos conocidos, a aquellos que no he visto durante años. Pensaba emborracharme y emborrachar a todos. Una bacanal a mi salud. Lamentablemente, las circunstancias me alejaban de eso, no había dinero y en verdad, no me sentía bien anímicamente.

Emborracharme el día de mi cumpleaños solamente me hubiera hecho llorar.

Eso me amargó un poco el año, en general, y tal vez, dos años, o tres.

Efecto resorte.

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Mi cumpleaños y ser hijo único durante un tiempo, en la niñez, fue perfecto. Un día recibía los regalos que yo quería y los otros dos recibía ropa, o juegos de mesa con los que nos reuníamos a jugar la familia. En ese entonces había bonanza económica y no había de que preocuparse. De mi cumpleaños, hasta enero, jugábamos en familia diversos juegos de mesa, comíamos hasta hartarnos, contábamos chistes, éramos realmente felices (al menos, nuestras preocupaciones eran, más bien, espirituales).

Entonces ellos empezaron a llegar a sus treinta, nació mi hermano y mi mamá perdió un muy buen trabajo en Telmex. Vino la famosa devaluación. Las deudas de su tarjeta de crédito se acumularon. Gracias a ello, mi hermano y yo, hemos crecido pensando que no debemos de tener, nunca, una tarjeta de crédito.

Después, a mi mamá le detectaron un tumor a tiempo. Cáncer. Más dinero, mis tíos Daniel y Angel, tuvieron que trabajar mucho para pagarlo todo. Efecto Resorte. Apenas se están recuperando.

Desde entonces, no celebro mi cumpleaños tan amenamente. Por eso planeaba hacer algo especial el cumpleaños número veintiuno, para cerrar con ello y otros demonios internos. La fecha era perfecta, todo estaba planeado.

Pero no fue así.

Hoy tengo 24 y esta bien.