Come along Fool
A direct hit of the senses you are disconnected
It’s not that it’s bad…it’s not that it’s death
It’s just on the tip of your tongue, and you’re so silent–Cat Power, Fool.
Cuando me metí a la caja, primero me encontré desolada porque no había ningún espejo donde mirar mi languidez. Llevo años aquí, tal vez siglos. No, no es para tanto, un cuerpo no puede vivir tanto encerrado en cartón, o madera, u oro chapado… pero cuando estoy aquí adentro, no me pregunto todos los días cuánto puede vivir un cuerpo, en la caja no pasa nada, en la caja no existe biología ni química. Tal vez las matemáticas, para contar los días con un distorsionado sentido del tiempo. En la caja creo en el tiempo. Pero no creo en mis clases de español, no sirven cuando estas en silencio todo el tiempo y los pensamientos se abstraen cada vez más, se pierde cualquier estructura básica. *¡Abracadabra, Sinsolobin Pampuán!*. A veces hablo conmigo misma, el sonido de mi propia voz obliga que mis orejas despierten y escucho ruidos afuera, escucho risas infantiles, y entonces, caigo en cuenta de la oscuridad de la caja, y de poco en poco regresan mis sentidos y la educación primaria que se diluía en los cuatro espacios que me rodean. Escucho risas infantiles afuera, en una rendija entra un poco de luz y huele a pastel, a chocolate caliente, los quejidos de un perro. Huele a cosas, escucho aún más… No quisiera salir de la caja, pero algo me arrastra, se abre un espacio y un guante blanco me ofrece la mano que resguarda. No me dejen salir de la caja. Los árboles no son solamente el símbolo de un pasado, las risas infantiles despliegan los rostros de sus dueños y entonces comprendo que mi caja, y yo, hemos tenido un propósito desde siempre. Sonrío, acomodo mi vestido de lentejuelas, “¡denle un aplauso a mi bella asistente!, quien desapareció durante siglos hacía un momento…” y doy una enorme reverencia a un público que mis ojos aún no identifican, mis ojos que aún añoran la caja y que esperan, como todo mi cuerpo, en cualquier momento regresar para rogarle que no la dejen salir.
Este cuento forma parte de los fotocuentos que estaré escribiendo en este blog. Si quieres formar parte o enviar una foto, revisa este post.