¿Qué le pasa a la gente –se pregunta Fest mientras se consume el cigarrito–, que le ha dado por preguntarle tantas cosas?
Le escribo no porque me aburra, o porque lo lea habitualmente, sinó porque tengo una duda muy grande y que podría afectarme en mi futuro, y usted me puede ser de gran ayuda, aunque no se ni lo que escribe, solo vi su blog, y apunte su mail para que me ayude. Mi gran duda es:¿Quiero ser escritora? No sé si soy lo bastante buena, he visto en internet chicas que con poco más de mi edad ya ganaron nosecuantos concursos literarios de poesía, y yo ni uno, y a veces pienso que soy buena, otras que soy una mierda escribiendo. Me gustaría que usted, desde la experiencia, me digera como supo que quería ser escritor, y como llegó a publicar por fin. Espero que tenga a bien ayudarme, aunque para ayudarme quiero que sepa por lo menos que tengo 16 años, soy de Galicia,(españa), y me va eso de escribir. Espero que me conteste pronto, es muy importante para mi. GRACIAS ANTICIPADAS.
Cuando Fest le leyó la pregunta en voz alta a su novia, esta simplemente le recalcó–. ¡Pero si tú no has publicado! –Entonces Fest procedió a enseñarle los dientes, a que le saltara una vena del ojo y a recordarle que ya tiene tres colaboraciones publicadas en Penthouse (México) a la fecha, y que pronto le publicarán un cuento donde le pagarán la módica suma de mil pesos. Fest también mencionó, por supuesto, sus dos novelas auto-editadas, sus numerosas participaciones en medios electrónicos y su flamante espíritu magnánimo, que posee unas ansias de escribir insuperables. Aunque a Fest le asalta la neurosis de repente, dónde le gustaría ver su nombre en muchos lugares para llamarse por fin escritor (del populacho), sabe que ya escribe de por si, y que en contra de los pronósticos sociales ya puede auto denominarse escritor. Aunque terminara por trabajar cristales en una fábrica o a vender zapatos en un pueblito, el tipejo se haría el tiempo para continuar escribiendo. Escribir es el oficio, el trabajo, el hobby, el renombre, el anonimato perpetuo… escribir es una vida que es inexorable, inescapable, inviolable.
Escribir es una chingadera, es una lapa, es la sanguijuela que se esconde donde no la encuentra uno y sigue chupando.
Fest pudo mandarle un email a esta chica, subrayándole: “sinó”, “digera” y tal vez “nosecuantos” (que bien pudo ser una licencia poética), sin embargo decidió responderle pidiéndole que enviara algo de su material para revisarlo. Sabe Fest, por experiencia propia, que la chica algunos días va a defender su trabajo de la manera más aguerrida y sabe que otros va a dedicarse a pisotearlo, sin él tener que decir una palabra. Pero así es la adolescencia, donde todo lo que producimos, en el ámbito que sea, es lo mejor (de lo mejor, de lo mejor) o lo más feo del universo. No es hasta algunos años después que comprendemos lo malo o buenos que éramos… tal vez en algún mes de los cuarenta años (en adelante). Fest cree solemnemente, que de los 16 a los 24 no hay mucha diferencia, solamente en el vocabulario, en la manera de ordenar las ideas y en ese trauma post-parto que significa escribir un cuento o una novela, dónde la gente se ve de lo más fea cuando te encuentras solo.
Ahhh, ¿pero la gente se trauma produciendo poesía? Fest no cree que sea así, la poesía siempre será bella a los ojos de sus padres, aun cuando la palabra mierda esta involucrada.