El año es muy breve, no me dejarán mentir que han escuchado cosas como “qué rápido pasa el tiempo” o “¿a poco ya es 31 de diciembre, del 2006?”, supongo también han escuchado algo como–. “Me regresaron a la Tierra trece años después” o “Mis papás vienen del reino de las hadas o duendes”. Los lugares comunes fluyen en las conversaciones. No es raro que cuando nos tomamos un cafecito en una cafetería cualquiera, escuchemos conversaciones que parece van de la mano de un guión, como pasa con los telemarketers. Me pasa muy seguido.

Cuando hablan por teléfono, después de pasar lista (nombre y apellido, a veces me gustaría ser Martínez) o de dar el monto de mi poder adquisitivo anual (poco más de cero), me pregunte seriamente si estaré siguiendo el guión correctamente o si estoy siendo muy atrevido. Hay días que trato de continuar la conversación, sólo para descubrir que tan obediente es el tipo que llama por teléfono. Otros, sólo para regalarle una anécdota que contar, cubro las faltas del guión con respuestas inverosímiles.

–¿Cuál es su nombre, señor?

–Carlos Slim, por supuesto…

–Muy bien señor… ¿Slim? ¿Slim?

–Estoy tan sorprendido como usted, hijo.

–Permítame platicarle las bondades de nuestras nuevas aspiradoras…

Diría que la mayor falta del 2006 es que no nos escuchamos los unos a los otros y tenemos nuestros guiones, los cuales, no son una maldad o algo siniestro, finalmente son reglas sociales y somos humanos, nos atenemos a ellas. Aún me pasa que cuando tengo la necesidad de platicar con alguien y quiero confesar una que otra cosa, como que se me rompieron los calcetines, recibo las mismas respuestas del guión. Esto puede ser un poco angustiante para alguien que no suele hablar de sus cosas con facilidad porque tiene el temor de que no lo escuchen. Es una mentira que en México se nos pueda criticar de agachones y dejados, cuando es vital para nuestro sistema democrático que tengamos la capacidad de poder gritar nuestras necesidades y detener calles. Para cada cosa tenemos un vocero, capaz de defender lo que nosotros buscamos. Eso de poder quejarnos libremente, tal vez sea relativamente nuevo. Ahora que el bebé esta aprendiendo a hablar, pronto aprenderá a escuchar, creo.

Todo esto para decirles que mi único deseo para el 2007 es que nos escuchemos mejor.