Ayer en la noche, antes de dormir, pensaba que mi abuela aún después de que la abandonaron, visitó una o dos veces al abuelo. Me parece curioso porque conozco gente con el mismo comportamiento–: Le engañaron y le sigue viendo. Es su exnovio e insiste hacerle su amigo, escuchar lo especial que es de sus labios. Le lastimó, pero aún quiere hablar con él. A María le abandonaron, y todavía buscó a Narayanath. Algunas veces pienso que son residuos amorosos, como granos purulentos que perduran en el alma. Ayer se me ocurrió por primera vez, que podía ser egoísmo–: las ganas de recordar que fuimos hermosos y especiales para otra persona. Sólo recordar ese sentimiento de bienestar que nos provocaba, aún cuando fuera imposible que regresara a formar parte de la armoniosa rutina. Me dolió pensar de esa manera. Cuando rompo una relación, la corto de tajo y si la otra persona vuelve a mí (pronto), soy un poco cruel para que no regrese. He cambiado un poco, ahora que las cosas están tranquilas, invitaría a estas personas a volver para platicar solamente. ¿Para recordarme que fui hermoso y especial en sus vidas? ¿O para sanar un poco la imagen que les construí de mí? No estoy seguro. Sólo platicar. Tal vez es lo que quisieron ellos un principio antes de la crueldad. Diferentes necesidades, para diferentes naturalezas humanas. Fue mi necesidad saberme cruel con el otro. Es mi necesidad ahora, solamente no ser cruel. Diferentes perspectivas, diferentes edades.
Si alguna vez perdiera a Sol María, me sentiría muy solo… pero si ella me dijera adiós, en el peor de todos los casos existentes, toda esa crueldad que permanece dormida, ¿saldrá a flote? ¿o se quedará encerrada? ¿Lo aceptaré como un karma? Sería esto preferible a que me odiara en silencio. Odiar en silencio es lo peor que uno puede hacer. Yo prefiero odiar en voz alta. Pero no odio a tanta gente, no soy visceral. Así como no amo a tanta gente. Hay días en que me extraño por ello, pero presiento muchas veces que las personas sólo somos objetos para interactuar los unos con los otros. En medio de las interacciones, ocurren accidentes, hechos y reacciones que no estaban del todo preparados… a través de esos accidentes espontáneos, cuando hacen mella en mi visión simplista, es que encuentro a los amigos (o enemigos). Esto es mi naturaleza humana.
Para mí, es necesaria esta visión fría de las cosas. Me permite todavía asombrarme, encontrar buenos gestos y encontrar maldades. Me permite sentir justicia y nobleza. Me permite conmoverme. Pienso que si fuera un hombre muy sensible, de esos que lloran con cada amanecer, no podría escribir en ningún lugar, ni pintar, ni cantar. Sólo me permitiría ser un espectador, no un observador, o un documentador. Escribo las cosas como las veo, pensando en los sentimientos de otros. Pienso aún en los sentimientos de mi abuela, de habérselos preguntado tal vez habría resuelto muchas incógnitas. También podría resolver otras tantas preguntándole a estas personas qué sienten o por qué lo hacen cuando regresan al pasado… pero las personas mienten. Aún cuando te aman, necesitan una que otra mentira, necesitan creer su mentira para hablarte con la verdad. Esto no es lamentable, porque finalmente, también sirve para construir a la otra persona. Tallar su personalidad, utilizarla en un cuento, escribir “ficción”… qué se yo.