Me he quedado paralizado escuchando a Mendelssohn. No fue a propósito, sencillamente me dieron ganas de escuchar música clásica y cuando vi la carpeta… simplemente arrastré el iTunes y lo dejé correr. Hacía años que no escuchaba música clásica porque me recordaría a mi abuela y me sentiría triste, (no lo había hecho consciente hasta que la empecé a escuchar), y si… en el diccionario de Agustín Fest, no toda la música sirve para disparar recuerdos… música qué te atonta y te descubres, en tu asiento, en el metro, en dónde sea… te descubres ahí, escuchándola, transportándote al pasado, sintiéndolo como un golpe de cocaína al cerebro pero sin la diversión (pero si… con esa autodestrucción, que significa decontruirse y darse cuenta de los pasos que te han llevado a ese momento dónde los instrumentos tocan y recuerdas, simplemente recuerdas). No hablo de esos recuerdos infantiles, de esa música que simplemente te lleva a un pasado inmediato aún cuando estas consciente del presente… hablo de una ruptura en los sentidos.

Así me sentí.

Mientras escuchaba a Mendelssohn, solito… abandonado en mi silla, con la incapacidad de mover cualquier músculo, recordé los lentes de la abuela y su periódico. De cómo en algunas ocasiones, nos tardábamos para salir al mercadito solamente porque escuchábamos a Mozart, Tchaikovsky, Vivaldi… o a Mendelssohn, su preferido. No entendía porque los escuchábamos, en ese entonces simplemente era nuestra música para despertar (recuerdos soleados… y un poco nublados, sin saturación… así me parecieron mientras lo escuchaba). A ella parecía traerle recuerdos felices… algo despertaba en ella, algo que no puedo comprender todavía, y que ahora… aunque similar, es obviamente distinto. Es música para la nostalgia, para mantener vivo un pasado…

Raro. Lloré en silencio.