Leyendo a Frida, me acordé de los adjetivos. Eventualmente, si devoras libros, te das cuenta que en la literatura hay gustos para diferentes necesidades (oh, sorpresa). La imagen comercial de un libro, en México, es la necesidad de la cultura. Compro un libro para “culturizarme”, compro un libro para leer porque leer es una acción para personas cultas, interesantes, inteligentes y educadas. Un libro, en México, rara vez se le toma como un artículo de ocio o entretenimiento, a no ser que sean las fórmulas probadas, como Lovecraft y Poe para el terror.

Si esperamos que un libro nos haga “cultos”, esperamos de él un vocabulario extenso, que pueda sorprendernos, y el castellano es un idioma de adjetivos. Estamos acostumbrados a ellos para adornar nuestras palabras, y por supuesto, los hay bellísimos, así construimos nuestra lengua debido al contexto… pero terminan por convertirse en un vicio, se puede abusar fácilmente del recurso y el texto parece tropezar en ocasiones. Deja poco espacio para la acción, un verbo que esta esperando ligar tu oración con la otra. Para describir, la necesidad de utilizarlos se vuelve frecuente y descuidada. “Cultas, interesantes, inteligentes y educadas”, por ejemplo, es una numeración innecesaria para extender el texto.

El truco de los adjetivos, es usar los necesarios. Ni más, ni menos. Tenemos tantos adjetivos, que es imposible saberlos todos, pero seguro tenemos uno para cada cosa que necesitamos decir.

Últimamente procuro utilizar más verbos para que el texto continúe fluyendo… sin embargo, cuando leí el texto de Alberto Chimal, me di cuenta que apenas soy un niño. Tan sólo de leer el título del libro reseñado: “Si te comes un limón para hacer muecas”, me quedé embelesado. Creo que es uno de los títulos más bonitos que he leído, jamás. No utiliza ningún adjetivo. La imagen es preciosa. El título en sí, es perfecto, es un cuento chiquitito. Te imaginas el reto de un amigo, que te ofrece a chupar el limón y aunque sabes de antemano el fracaso, lo intentas por la diversión. Las consecuencias, la travesura, el ingenio, en pocas palabras. Breve y conciso.

Aprender a utilizar la brevedad y sólo los adjetivos necesarios. Eso es un reto.