Anoche, en la madrugada (ya día de hoy, pues), me tomé la foto del triunfo. Acabé el proyecto. Pensé–. Tal vez pueda desvelarme con moderación –Tal vez, pensé varias veces. Después de todo, escapé a una hora decente del llamado. Tenía todos los contratos firmados. Había hecho un buen trabajo. –Sólo queda un proyecto –seguí pensando–. Un proyecto que ya sé que es una chinga, no importa, ya qué, se resolverá sobre la marcha, haremos un buen trabajo, no hay pedo.

Nos agregaron un bebé en personajes. Sonreí ligeramente. Un bebé. ¿Dónde había escuchado eso? Ah, vamos… hace tantos tantos años, en un lugar no tan lejano, existió un set donde en una campaña retrasaron la filmación unas horas porque pidieron un bebé. Mandé una solicitud pidiéndolos y hoy, recibí más de lo que esperaba. Había tantos bebés que era ridículo. Un bebé tras otro, en el foro, mientras que las madres -lindas ellas-, me preguntaban si querría hijos después de esta romería.

–Me encantan los bebés –decía entre dientes–. No saben. Los adoro. Saliendo de aquí, seré maestro de pre-escolar.

Los últimos bebés se fueron a las siete y cacho de la noche. Hubo muchos que se asustaron con mi feo rostro y mi cigarrote e inmediatamente se pusieron a llorar. (Nah, no es cierto, el cigarro me lo fumaba en otro lado. No se crean). No terminaban los niños, las señoras no se desesperaron, incluso hubo un momento donde se fue la luz y pensé–. Ahhh, qué bonito regalo divino, así me puedo fumar un cigarro, tal vez pueda mandarlos a sus casas, decirles: “Señores, no sé cuando regrese la luz… por favor, si quieren irse y regresar mañana no hay bronca. De verdad”.

Y la luz, después regresó y las madres aplaudieron porque cada uno de sus pequeños diablos, tendría la oportunidad de sentarse sobre una mantita, para jugar con unas palitas y cubetita de playa.

También me tocaron nenas en bikini. Fue lo mejor de toda la tarde, ¿y qué?

(en el séptimo sueño, se rompe una gran espada).