Me ha sorprendido la noche. Una araña, pequeñísima, esta jugando en la pared de mi derecha. Nada comparado a su madre, a quien tuve el valor de aplastar mientras caminaba en el muro. Me parece que en Japón respetan tanto la vida, sobre todo de estos bichos, que desgracias caen si uno osa a matarlos. Pasó una vez que aplasté un grillo en mi casa, y desde entonces estoy preocupado porque la pobreza inunde mi cuenta de banco. Como saber si es cierto. Cuestión de actitud piensa uno. Cuestión de corazón. Tal vez no tienes mucho dinero, pero si mucho amor que dar. No necesariamente un festín erótico, pero sí cariño, comprensión, compasión, compromiso, y otras cés.
Me sirvo un vasito de agua. En el desierto puedes sobrevivir con dos semanas de tomar agua, sin comer alimento alguno. Severas consecuencias aguardan si lo haces, pero sobrevives. ¿Qué otra motivación tan poderosa existe para sobrevivir, si no es el mero egoísmo de hacerlo? Si sobrevives o no, pienso que estaba escrito en un libro. Si adquiero la fortaleza para sobrevivir, es porque estaba escrito que así sería. Si encuentro un oasis en el desierto, o tengo el cuchillo para hacerles un hoyito a los cactus. Si te pica un alacrán antes que corran a salvarte, pues ni modo mijo, ya era hora que te murieras. Odio pensar que somos parte de un gran plan, pero a veces parece que sí.
Tal vez pensar en todos los caminos es lo que me preocupa, porque si pudiera escribirlos todos en una sola historia, querría decir que no hay nada interesante. Probablemente, lo más interesante de este tipo de ficción con la que estoy jugando son los pensamientos que provoca, más que producirlo en sí. El angustiante descubrimiento que no puedes escribirlo todo, pero que todo esta en tu cabeza, por así decirlo. Se trata de escribir diario, se trata de no dejarlo. No todo lo que esta escrito tiene valor alguno. El valor de lo escrito se lo da un lector. La opinión del lector puede ser influenciada por otras personas.
Se trata de escuchar música, abrir el reproductor de mp3′s, tomar un café, fumarse un cigarrito y pensar en otra cosa que no sea la nalga. Porque la nalga es la nalga. Aún en noches solitarias, en noches ociosas como lunes, uno desearía apretar nalgas ociosamente. Una flojera enorme comunicándose a través de tus dedos. Las caricias paternales son así de flojas, y aún cuando son así, casi automáticas, consuelan. El consuelo nace cuando otro ser humano se atreve a tocarte. Me gustan los abrazos de una chica porque siempre son lentos y dan la sensación de cariño. Abrazos flojos, abrazos lentos, abrazos amables.
Para escribir, es mejor pensar en algo que ya hayas pensado, sino surgen textos redundantes y flojos, igual que las caricias fraternales, pero sin el consuelo. Textos cíclicos, que se repiten y hablan de lo que más temes. Vaguedad. No es correcto dejar pensando al lector: ¿Qué quiere decir? Primero me acaricia los muslos y luego no me dice que me quiere. Hijo de puta. Odiaba que las mujeres me acariciaran una rodilla o un muslo y después no me agarraran el coso. Terminé por acostumbrarme cuando eso pasaba y me decía: “Ahhh, es que eso es amistad”. Yeah, right. Me besa entre el cachete y los labios cada que nos saludamos, pero a ver cuándo me das el beso cabrona.
Eso pasa con un texto flojo.
Todo es admisible siempre y cuando te diviertas. La diversión no sólo incluye las carcajadas y la sonrisa pasajera, esa que se termina inmediatamente después del chiste. La diversión incluye un calor especialito en el corazón que, por lo general, solamente se logra bebiendo en compañía agradable o comiendo bastante chocolate. La diversión es cuando te acuerdas del chiste unos años después y te ríes solo. La diversión es cuando te estas muriendo de hambre, le regalas una moneda al que esta más jodido. Y la diversión es, sobre todo, darle una patada en el culo a quien más gordo te caiga.