Compré uno porque por fín se nota que es verano y el sol se levanta inclemente en los cielos, asando todo lo que se deje asar. Cuanta carne se ha de estar quemando y descomponiendo. La carne de los peatones se pudre. El calor dentro de la oficina se siente. El negro absorbe la luz y la libera en forma de calor continua y paulatinamente. También compré un moca frío, en un Coffee City, y compré una caja de tunas por diez pesos, en el mercado de la morena. Conecté el ventilador y lo puse en el número tres. El sol promete unas sombras preciosas a través de la ventana, iluminando todo de amarillo y explotando los colores que reflejan y multiplican la luz. Hay cierta belleza dentro de la descomposición. El calor, aún cuando descompone, ilumina. Eso da pie a una analogía: La iluminación descompone tu cuerpo. El conocimiento te envejece. Saber pudre.
Saber pudre.
Ahora entiendo porque me han dado pocas ganas de prender el cigarro. Ha estado jugando entre mis dedos bastante tiempo, como el tipo que contempla la idea de suicidarse. Macabro. Mi hermano niega el calor, trae su chaleco y cómodo, se toma su coca cola. Yo sigo con mi litro de agua, escribiendo del clima y sus analogías. Nada especial. Escuchamos rock a dos máquinas de distancia. Rockcito agusto. Miro el pizarrón, esta lleno de proyectos pasados. El mes anterior no tuve ningún proyecto. Que tristeza. He descubierto que si me gusta ese tipo de estrés que involucra tomar video, presentar juntas, confirmar gente, ir a la filmación. Hasta lo extraño.
Los hombres que trabajan la tierra bajo el sol se descomponen también. Los que recogen la cosecha, aran la tierra, o plantan nuevas semillas. Sus sombreros y sus camisas no son suficiente protección, y la piel se les curte, se les broncea, se reseca. Es piel de piedra. Sus órganos internos, aún suaves y propensos a cocerse, lo hacen dentro de la piedra y mueren poco a poco, mientras esos hombres practican y descubren los secretos de una cosecha saludable. Mientras tanto, en otro lugar, un niño, un camarógrafo, un director, cuatro productores, un asistente de dirección y diez hombres de staff, montan el escenario en una unidad habitacional. Aprovechan la luz del sol para su comercial. En su trabajo descubren los secretos de la publicidad.
Así, todos estamos unidos bajo el mismo sol. Bajo la sombra no mueres, en la ignorancia no mueres y si así mueres… que desperdicio.