Salí a comprar cigarrillos. Y ya no regresé. Miento. Aún estoy aquí. Necesitaba dinero, así que pasé al cajero. Caminé lentamente. Disfruté un poco la noche. Las obras de Xola siguen ahí. Estoy agripándome. Siento el dolor de cabeza y de garganta. Moqueo. Sentí necesidad de ir a casa y dormir. Afuera del cajero había tres policías. Me llamó la atención. Un hombre de traje entró antes que yo. Hice lo mismo.
Adentro una mujer estaba llorando. Un hombre le abrazaba y respondía las preguntas del policía. La habían asaltado.
Saqué mi dinero en el cajero de junto, mientras escuchaba las preguntas y las respuestas. Nada significativo. ¿Usted dónde estaba joven? Esperándola a ella. ¿Cuántos años tiene la señorita? 23 años oficial. El hombre que la amagó… tecleé mal el NIP por estarles escuchando. Me corregí, saqué mi dinero, lo guardé en la cartera y me fui.
El cajero es el Bancomer de Xola y Cuauhtemoc. Reconocido porque sus puertas no funcionan o siempre están abiertas.
Pensé, mientras regresaba, que debía tener más cuidado en mi rutina. No sacar dinero de noche. Pasé a comprarme los cigarrillos y un pay de piña. El frío me hacía moquear. Los lloriqueos de la mujer se perdían con los pasos. Veía las calles, en busca de algún malandro. ¿Sería posible encontrarlo? No. Finalmente, pudo subir al metro para escapar. Al parecer sólo se robó quinientos pesos. Otras personas más caminando inseguras por la ciudad.
Qué pena.